Con solo 12 vehículos producidos, la marca reafirma su exclusividad.

Rolls-Royce marca su entrada al campo de los automóviles eléctricos con el lanzamiento de Black Wraith Black Arrow, su último cupé V12. La colección deriva su nombre de la tercera versión del auto de carretas Thunderbolt –diseñado para batir el récord de velocidad en tierra– y que fue conducido por el piloto George Eyston.

El acabado del nuevo cupé de la marca destaca por la gradación entre tonos que van del plata al negro diamantado, a la par que logra un efecto de desenfoque de movimiento de adelante hacia atrás.

El equipo tardó 18 meses en desarrollar el acabado deseado. El resultado final fue una inversión de tiempo en el desarrollo de la química del material y técnica de aplicación. “Gradient Paint fue una de las pinturas técnicamente más complejas que Rolls-Royce haya creado jamás”, dijeron los directivos.

 

 

Los interiores están revestidos con un nuevo material que la marca diseñó exclusivamente para las 12 piezas. Los reposabrazos, detalles en las puertas y el panel inferior del tablero están acabados en Club Leather, cuyo brillo contrasta con el cuero negro natural mate que caracteriza estos automóviles.

Torsten Muller-Otvos, director ejecutivo de Rolls-Royce Motor Cars, explicó al respecto del Black Wraith Black Arrow que es uno de los autos más importantes e influyentes de la compañía. “Conmemoramos este emblemático automóvil como el último cupé V12 de la serie que fabricaremos. Tanto Black Badge Wraith Black Arrow como su inspiración, el Thunderbolt de los años treinta, que posee el récord de velocidad terrestre con motor V12, representan la culminación de muchos años de logros y el final de sus respectivas eras".