Definitivamente, el agua es mi elemento, en el mar, en los ríos o en los cenotes me siento muy a gusto, pero no por eso me puedo negar a vivir una buena aventura en tierra y, sobre todo, conocer algunos de los misterios que encierran selvas y montañas. En esta ocasión les contaremos la aventura que vivimos mi amigo Armado Gasse y yo en la cueva de las serpientes colgantes.

Todo inició cuando nuestro querido amigo Fernando Carrera se comunicó con nosotros. Fernando es muy buen actor, pero además en sus ratos libres realiza cápsulas para la famosa cadena de televisión de Animal Planet. Por ese motivo en su centro de trabajo de la ciudad de Miami, Florida, se enteró de este raro fenómeno de la cueva de las serpientes colgantes del pueblo de Kantemo, en el bello Estado de Quintana Roo. Fernando se comunicó con nosotros y nos dijo de su inquietud de ir a filmar y fotografiar este extraño fenómeno, y nos preguntó si lo podíamos acompañar. No dudamos, dijimos que sí.

Así, en los primeros días de diciembre nos encontramos en la carretera federal que nos llevó hasta el corazón de los pueblos mayas, la ciudad de Felipe Carrillo Puerto, lugar donde teníamos que encontrarnos con el que sería nuestro guía en esta aventura, el biólogo Arturo Bayona Miramontes.

 

 

Una vez reunidos tomamos la carretera que nos condujo hasta el poblado de José María Morelos, para después seguir hacia el poblado de Dziuche, y a dos kilómetros de ahí se encuentra la comunidad maya de Kantemo. Durante la hora y media que nos tomó llegar a nuestro destino Arturo nos mantuvo con la boca abierta platicando sus aventuras y correrías realizadas a lo largo de la vida. Descubrimos que es un alma libre, amante de su trabajo y comprometido con su entorno natural, ya sea haciendo canciones que hablen de los habitantes de las selvas o mares o capacitando a los pobladores de la comunidades interesadas.

Arturo nos platicó que fue él, junto con otras personas, quien encontró la cueva de las serpientes colgantes en la tarde del 14 de octubre del 2003, cuando retornaban de un recorrido en bicicleta por los senderos del proyecto Kantemo, después de realizar las últimas observaciones para completar el censo de aves residentes y migratorias del área. Pararon un momento en la entrada de la cueva para observar la salida de los murciélagos y quedaron impresionados por el grandioso espectáculo que presenciaban, al estar parados frente a una densa nube de miles de mamíferos alados revoloteando sobre ellos. En ese momento supieron que el lugar era especial.

La plática de Arturo era contagiosa y no podíamos aguantar más las ganas de conocer tan maravilloso lugar. Llegamos a la pequeña comunidad maya de Kantemo, donde ya nos esperaban los que fueron nuestros guías, quienes tenían preparadas unas bicicletas para recorrer los escasos dos kilómetros del bello sendero interpretativo que nos llevaría a la tan mencionada cueva. Llegamos con apenas tiempo de poder montar las cámaras de vídeos en sus bases.

 

 

 

 

Apenas se ocultaron los rayos del astro rey cuando un gran número de murciélagos hicieron su aparición, eran tantos que parecían una plaga de insectos. Pero lo más emocionante fue cuando Arturo nos dio instrucciones de caminar hacia la cueva. Y así lo hicimos, sólo iluminados por pequeñas lámparas de cabeza que los amigos del poblado nos habían proporcionado. La oscuridad era absoluta y el camino sinuoso, no sabíamos con qué nos podíamos encontrar, sólo seguíamos a nuestros guías y a Arturo que caminaba con seguridad de hombre de campo.

Nos dirigimos adonde era mayor el flujo de murciélagos. No pasó mucho tiempo para que nuestros nuevos amigos nos llamaran con insistencia, pues las culebras ratoneras manchadas ya estaban saliendo de las cavidades y paredes rocosas saturadas de fósiles marinos. Lo que pudimos ver superaba lo que nos habían platicado, pues las serpientes ratoneras manchadas (Elaphe flavirufa) lentamente comenzaron a descolgarse hasta quedar totalmente suspendidas de la cola, balanceándose rítmicamente en espera de que sus presas pasen cerca de ellas para después con un rápido movimiento y en oscuridad absoluta atrapar a un ejemplar de alguna de las seis especies de  murciélagos que habitan en esta fascinante gruta e inmediatamente enrollarlo con su cuero para asfixiarlo con la constricción de sus potentes músculos y posteriormente tragárselo

Fernando, Armando y yo no podíamos creer lo que estábamos viendo, nos volteábamos a ver y preguntar si nuestras cámaras estaban funcionando bien, queríamos tener todo ese valioso material registrado en vídeo y fotografías. El espectáculo que estábamos presenciando es único en el mundo, pues nos muestra la capacidad de adaptación de una especie ante un medio determinado. Aunque las serpientes ratoneras manchadas son reptiles comunes en las selvas de Quintana Roo, donde se alimentan de aves y pequeños roedores, en las cuevas de Kantemo se alimentan única y exclusivamente de murciélagos, adaptándose a la oscuridad perpetua.

En la cueva de Kantemo corre un río subterráneo o cenote de agua cristalina que llamó mucho nuestra atención, en los próximos días iremos a explorarlo y ya les platicaremos sobre esta nueva y magnífica experiencia.  

 

 

 

Texto: Alberto Friscione Carrascosa / Arturo Bayona Miramontes ± Foto: Alberto Friscione Carrascosa