Hasta fines de septiembre se presenta en el Art Institute of Chicago la exposición Jeff Wall.

Posteriormente, se exhibirá en el San Francisco Museumof ModemArt. hasta enero del 2008. La muestra reúne 41 obras representativas del trabajo producido por el artista a lo largo de casi tres décadas.

Las cajas de luz. propias de los anuncios publicitarios. son el medio de montaje al que recurre Jeff Wall (Vancouver. 1946) en su trabajo fotográfico. Su obra consiste en monumentales transparencias retroiluminadas. que han removido el sedimento de las conveciones en la fotografía. Aprovechando de paso, el momento preciso en que ésta sufría la transición del plano analógico al digital.

 

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De pronto parece significativa la distancia entre ambas: el registro químico de la luz incidiendo sobre un papel químicamente tratado en la fotografía análoga, tiene como resultado la impronta inmediata de la imagen de un referente. En contraposición, la imagen digital es información mediatizada, escaneada y manipulada en una computadora. Wall explota la compenetración de ambas prácticas de la imagen, no sin generar incertidumbres acerca del estatuto físico de la realidad de las cosas, o la naturaleza ontológica de la imagen.

Con la obra deWall penetramos sin concesiones en el mundo del simulacro. Fácilmente asimilamos sus imágenes como acontecidas en y tomadas de la realidad misma, pero no dejan de ser. en la mayoría de los casos, el resultado de una laboriosa construcción, es decir, de m montaje. La realidad que nos presentan las imágenes es. en ocasiones, altamente improbable pero, la mayoría de las veces, francamente posible. Entre la realidad y la veracidad, lo irreal y lo posible, lo real y lo imaginario, la obra de Wall nos genera inevitablemente un cuestionamiento sobre el estatuto ontològico de lo que estamos viendo y. al sesgo, un cuestionamiento del mundo en que vivimos.

Sus imágenes son de una claridad contundente y hasta ominosa. La mayoría de las veces se asemejan a la fotografía documental, aunque documenten escenas que nunca existieron. Más que representar un hecho de la realidad, encubren una escrupulosa construcción que tardó anos en lograrse. Setrata de un sofisticado ventrílocuo que esconde dentro de sí el mecanismo que lo anima. El simulacro, en la obra de Wall, esconde magistralmente todas las cisuras que hacen aparecer la totalidad de la imagen como un darò referente de la realidad. De notarse las costuras, aquello se presentaría ante nosotros como un Frankenstein hecho de partes. La realidad es fruncida, plisada, coincidente, cada toma es digitalizada y montada, con maestría y zurddos invisibles, para lograr la imagen como una totalidad en sí misma.

 

 

Mucho se ha escrito acerca de la cualidad intrínseca de la fotografía de ejercer una fragmentación sobre el mundo. En tanto que temporalmente una imagen es congelada en el instante y espacialmente extraída de la totalidad de la escena mediante el encuadre; la fotografía opera como fragmento de una realidad que suponemos unitaria. De alguna manera Wall le restituye a la fotografía una suerte de unidad porque funciona a la inversa. La escena como totalidad que se nos presenta, en la obra final, en la realidad nunca existió, sino que fue configurada y construida a partir de muchas tomas. Tal es el caso de la pieza The Flooded Grave, 1998-2000. 

Wall trabajó durante dos anos con un equipo de biólogos marinos y un botanista para crear un sofisticado ecosistema de estrellas de mar. anémonas, erizos y vida vegetal que después fotografió y superpuso a otra imagen (conformada de múltiples tomas) de un cementerio en el que cavó un agujero que coincidía con las medidas precisas de la imagen del ecosistema marino creado artificialmente. El resultado es una imagen alucinatoria. construida, mas no falsa, irreal, pero posible. Una visión fantástica que hace coincidir el germinal mundo de la vida marina junto con el paisaje mortuorio.

A Sudten Gust of Wind (after Hokusai), 1993. corresponde al mismo grupo de imágenes en las que recurre al fotomontaje digital y a la construcción. En esta fotografía en particular, pero sobre todo en la obra de Wall en general, el lenguaje cinematográfico es un recurso del que echa mano. Mediante la escenificación. la locación, la iluminación, los ángulos de la cámara, la contratación de actores, pero sobre todo, el uso de la narrativa. Las tomas fotográficas de Wall ponen en funcionamiento la lógica cinematográfica. Esta imagen, más que el momento decisivo acechado por el fotógrafo, parece el fotograma de una película.

Wall recurre tanto al cine como a la historia de la pintura y el dibujo, a la literatura y a eventos anodinos de la vida cotidiana. Al montaje digital y a la construcción de escenas, que se desarrollan tanto en estudio como en exteriores. Y que muestran magistralmente una suerte de tejido colectivo que indaga en los planteamientos éticos de nuestras sociedades. 

 

 

 

Texto: Anarela Vargas ± Foto: Cortesía de The Art Institute of Chicago