El universo de la tecnología protagoniza un crecimiento en influencia, estatus y, en la dependencia creciente sobre el uso de sus plataformas y programas en la vida cotidiana.

En el transcurso de unos meses la sociedad se ha adaptado naturalmente a la comunicación vía medios digitales,  cada uno en su universo virtual, donde todo se controla por impulsos e interfaces.

Este 2020 azaroso ha acelerado la “evolución de la inteligencia”. Un salto civilizatorio ya anunciado  y que, quizás, se esperaba aún lejano en el tiempo; sin embargo, la situación actual ha acelerado el proceso de tal manera que pareciera un plan perfecto, el capítulo de una serie de ficción, la alegoría de los escritores más aventurados.

El horizonte de negocios se ha incrementado en un 40% en cuanto a beneficios económicos de empresas encabezadas por Bill Gates, Mark Zuckerberg, Jezz Bezos o Elon Musk, quienes se encuentran entre los innovadores tecnológicos, a la cabeza de programas de inteligencia artificial, estudios genómicos, viajes interestelares, y circuitos integrándose a los seres humanos.

Debo reconocer que lo primero que hago al despertar es conectarme a vivir un papel en la trama de la realidad virtual, a la que me aficiono con gran facilidad como un déjà vu sin pausa.