Historiadores clásicos, emperadores romanos, viajeros árabes, aventureros, millones de turistas, a todos ellos los llamó una voz que viene de muy lejos para conocer esta tierra y ser testigos de la magnitud de una civilización antigua y misteriosa. Una vez allí, el visitante trata de recordar lo que se sabe respecto de cómo era la vida en la época de los faraones, con el brillo de sus pirámides y la decoración de sus templos, y luego imagina en cómo fue en la época islámica, con el aroma oriental y la voz de los almuecines rezando en todas partes. Y se sabe que sólo hay un país que ofrece esto: Egipto.

Heródoto, antiguo historiador griego, describía a Egipto como ‘el don del Nilo’, reflejando así la admiración que ya se sentía en la antigüedad por la imagen de las pirámides, la esfinge, Tebas y el río. A través del tiempo, faraones, griegos, romanos, árabes, turcos y británicos dominaron este país africano y, como consecuencia de ello, el Egipto actual es una amalgama de esos legados.

Pueblos construidos con adobe se alzan junto a ruinas faraónicas, rodeadas de edificios de acero, piedra y cristal. Los beduinos habitan en tiendas construidas con piel de cabra, mientras que los agricultores labran la tierra con las herramientas primarias que habían utilizado sus ancestros. En la ciudad se mezclan largas túnicas con marcas importadas de Occidente, el tráfico compite con carros arrastrados por burros y cabras que se mueven libremente.

 

 

 

De Luxor a Asuán

En el momento del ocaso, un sol trémulo inunda de ocre las aguas del río que dieron vida a una de las civilizaciones más sofisticadas y prodigiosas de toda la antigüedad, la de los faraones. Soberanos que con su excelsa arquitectura ansiaron levantar una morada para ellos y sus dioses, y que perdurara infinitamente. Al igual que entonces, cuando sus crecidas marcaban el inicio de los años, este río, nacido de los lagos de Uganda y Etiopía, discurre tiñendo de verde fertilidad la aridez más desoladora.

Dando vida incluso a la muerte, pues nunca como entonces estuvieron tan próximas. Los faraones ansiaron la eternidad, hoy Egipto nos la brinda levantada en piedra. Qué duda cabe que el Nilo, este río soberano, creó el país, subordinó a una civilización  única, a un pueblo que legó a la eternidad su grandeza en una arquitectura a su medida, colosal. Pero que, en cambio, jamás descartó el detalle: en Egipto, la grandeza no eclipsa la delicadeza de sus trazos más ínfimos, de sus precisos relieves, de sus vivos colores. Todos los templos son realmente impresionantes.

 

 

Cultura

La civilización del Antiguo Egipto ha dejado el legado de un arte espectacular que se desarrolló durante 3,000 años con una gran unidad de estilo y coherencia. En él son permanentes la simplificación geométrica de los volúmenes, la visión bidimensional sin perspectiva y unos cánones de medida estrictos que regulan las proporciones del cuerpo humano y el adorno de los retratos.

En el imperio antiguo aparecieron primero las mastabas (edificaciones rectangulares de adobe con una parte subterránea que contiene el ajuar fúnebre y la sepultura del faraón). Evolucionaron hacia las pirámides escalonadas (por ejemplo la de Zóser, en Saqqara, que es la primera construcción de piedra) que derivaron en las famosas pirámides.  

 

 

El arte musulmán evolucionó en Egipto con las aportaciones de las diferentes monarquías árabes. Su espíritu de refinamiento conectó rápidamente con la sensibilidad oriental egipcia y pronto fue asimilado. La escritura árabe fue el primer motivo utilizado en la decoración de objetos. Desde el primer momento destacó la belleza de sus esculturas de madera.

Los cafés son los sucedáneos populares y mundanos de las mezquitas, donde los hombres se reúnen cada tarde. Cada local tiene su público, definido por sus afinidades políticas e intelectuales. La charla se acompaña del tradicional café turco, además de té y otras infusiones. También se fuma, ¡cómo no!, la pipa de agua o narguile. Sólo El Cairo cuenta con más de 5,000 cafés.

En las grandes ciudades se puede asistir con facilidad a un espectáculo de la danza del vientre, la mejor manera de comprobar la sensualidad de la música tradicional egipcia. Este baile tiene su origen en una danza de la fertilidad y sigue ocupando un lugar importante en la cultura egipcia. Tanto la música como la danza clásica egipcias tuvieron su mayor desarrollo en el siglo XIX, cuando llegaron al alcance del gran público.  

 

 

Alejandría

Esta ciudad, fundada por los griegos a orillas del Mediterráneo en el delta del Nilo, apenas conserva vestigios de su grandioso pasado. Los restos de su mítico faro fueron descubiertos por casualidad en el puerto y se desconoce el lugar del enterramiento de Alejandro Magno, su gran impulsor. Casi todos los vestigios de aquel pasado helénico y del posterior dominio latino se pueden admirar en el Museo Grecorromano de la ciudad.

Otras visitas interesantes son el elegante Anfiteatro Romano, del siglo II, descubierto recientemente y con asientos de mármol para 750 personas, y la Columna de Pompeyo, un pilar de granito rosa de 27 metros de altura que los cruzados atribuyeron por error a este emperador, aunque en realidad fue levantada en honor de Diocleciano en el 295 d. de C.

 

Mar Rojo

Con una superficie de casi 470,000 kilómetros cuadrados, sus aguas llegan hasta países como Egipto, Sudán, Etiopía, Arabia Saudí y Yemen. El norte está dividido por la Península del Sinaí, en los golfos de Suez y Aqaba. El Canal de Suez conecta el Mar Rojo con el Mediterráneo. Pero el Mar Rojo es conocido por sus cristalinas aguas y sus hermosos arrecifes de coral, un  verdadero paraíso para los buceadores. Y así, entre tanta belleza han surgido modernos complejos turísticos, ideales para pasar unas vacaciones a orillas de la playa y con todo tipo de instalaciones. Entre éstos destacan Hurghada y Sharm El Sheij, este último en el extremo sur de la Península del Sinaí.

 

 

Nubia y el Lago Nasser

Con la construcción de la Presa de Asuán, Nubia dejó de existir. En la actualidad, Nubia solamente conserva su antiguo nombre, pues la mayor parte de su territorio fue anegado por las aguas del Lago Nasser. No obstante, y desde mediados de los años noventa, ha vuelto a poder ser visitada a través de los cruceros turísticos que hacen la ruta Asuán-Abu Simbel o viceversa. Este trayecto tiene varias paradas para poder visitar algunos de los templos que fueron salvados de las aguas del Lago Nasser con la construcción de la Presa Alta de Asuán. Entre éstos no hay que olvidarse de Abu Simbel, Wadi El Sebua y El Maharraka.

 

Península del Sinaí

Se halla entre los golfos de Aqaba y Suez, limita al norte con el Mediterráneo y al sur con el Mar Rojo. La mayor parte de la población es de origen beduino. Desde la época faraónica el Sinaí fue el lugar del que  se extraían las piedras preciosas y minerales como la turquesa, el cobre, el oro, etc. Pero el mayor interés del Sinaí se centra en sus limpias playas, sus bellas y altas montañas y el monasterio de Santa Catalina.

 

 

Oasis occidentales

En lo más profundo del Desierto Occidental de Egipto se esconden cinco de los oasis menos visitados, y sin embargo más interesantes. Y es que ya desde los tiempos faraónicos fueron utilizados como lugar de paso para las caravanas que se dirigían hacia el sur de África. El más próximo a la capital egipcia es el oasis de El Bahareya, que se encuentra a casi 450 kilómetros, al que le sigue, un poco más al sur, la provincia de El Wadi El Guedid o Valle Nuevo, que alberga los oasis de El Farafra, El Dajla y El Jarga. Siendo el último oasis el de Siwa, casi pegado en la frontera de Libia, a unos 1,000 kilómetros de El Cairo. Todos estos lugares son perfectamente dignos de una visita.

 

El Cairo: ciudad de las mil culturas

Desmesurada y caótica, intensa como el peso de la historia, como el canto del almuédano en el crepúsculo, hospitalaria como un trago de té, bella y ruidosa. Así es El Cairo, a la que desafía las palabras. Pues la “Madre del Mundo” es un lugar para recorrer, para deambular, para perderse. Para perder la vista en un cielo en el que se clavan hermosos minaretes.

 

 

El Cairo, la ciudad más grande de África, llamada “el corazón del mundo árabe”, está ubicada en el delta del Nilo, a 160 kilómetros del Mediterráneo, y tiene una población que sobrepasa los diez millones de habitantes. La constituyen dos núcleos importantes. El Cairo antiguo, amurallado, con barrios de calles angostas de piedra con bazares misteriosos, donde  es posible encontrar cualquier cosa, a la sombra de más de 400 mezquitas que envían la voz de los muecines por este ámbito milenario.

El viajero puede dejarse absorber por el caos y si el asombro le deja tiempo tendrá que visitar el Museo Egipcio, donde entre otras maravillas podrá ver la estatua de Kefrén, el friso de las ocas de Meidun y el tesoro de Tutankamon. O el Museo de Arte Islámico, las mezquitas Amr, Ibn-Tulum, El- Aqmar Mehemet Alí, las iglesias de San Sergio, Santa Bárbara. O la Ciudad de los Muertos, con su albergue de caravanas y los numerosos y maravillosos zocos y cafés.

 

Luxor

Es la antigua Tebas y alberga en la orilla derecha del Nilo dos joyas del arte egipcio: los templos de Luxor y Karnak. En este último se representa a diario un espectáculo de luz y sonido, en todos los idiomas que nos cuenta la historia de estos monumentos. En la orilla izquierda del río se encuentran importantes restos arqueológicos, como los colosos de Memnón, el Valle de las Reinas y el de los Reyes, y el templo funerario de Deir el-Bahari, edificado en honor de la reina Hatshepsut. Descendiendo por el río Nilo, antes de llegar a Assuán, se encontrará con los templos de Esna, Edfu y Kom-Ombo.  

 

 

 

 

Assuán

Es el lugar donde se levanta la gran presa que dio origen al gigantesco Lago Nasser. En los contornos se encontraban las canteras que abastecieron a los constructores faraónicos. En la cercana Isla de Agilkia están los templos de Filé.

 

Abu Simbel

Situado en la ribera del Lago Nasser, a unos 300 kilómetros al sur de Assuán, Abu Simbel conserva dos maravillas artísticas del Antiguo Egipto: el templo de Ramsés II y el pequeño templo, levantado en honor de su esposa, la reina Nefertari, ambos excavados en roca. El primero ha sido restaurado y reabierto al público recientemente, con una nueva iluminación para disfrutar mejor de las pinturas y tesoros artísticos de su interior.

 

Oasis de Siwa y Dakhla

Ambos oasis se encuentran en el Desierto Occidental o Libio y están habitados por varias tribus beréberes y beduinos. Siwa está a unos 750 kilómetros al oeste de El Cairo, entre espesos palmerales y huertos con frutales, con numerosos manantiales de agua fresca y lagos salados. Sus habitantes tienen su propia cultura y hablan una lengua llamada “siwi”.

En sus proximidades se encuentra el Oráculo de Amón, templo a donde acudió a pedir consejo Alejandro Magno en el año 331 a. de C. El oasis de Dakhla está ubicado en el Valle Nuevo, que formaba un afluente del Nilo en tiempos prehistóricos y que  hoy ya está seco. Es un área de gran belleza con fértiles cultivos rodeados de dunas que dependen de manantiales de agua subterráneos.

 

 

Conducta y costumbres

Egipto es un país que está muy occidentalizado y es bastante liberal. Sus habitantes están familiarizados con el turismo, por lo que respetan las costumbres de aquellos que visitan su país. Ante cualquier duda de comportamiento, dirigirse al guía turístico.

A donde fueres haz lo que vieres. Por ejemplo, las egipcias no entran a las mezquitas con pantalones cortos. Pese a ello, si alguna de las turistas no tiene pantalón largo o faldas largas, al entrar en la mezquita le harán entrega de una capa para cubrirse.

Otra de sus costumbres es la de descalzarse. En algunas mezquitas dan a los turistas unas babuchas de tela para colocárselas encima de los zapatos. Aún así, el guía avisará con antelación qué ropa es recomendable llevar para una visita a la mezquita. Los egipcios son abiertos y alegres y reconocidos por su hospitalidad con los visitantes.

 

Recomendaciones e información general

El verano es de calor seco, y casi todos los transportes y alojamientos o restaurantes poseen aire acondicionado.

En Egipto el día festivo es el viernes (como el domingo para nosotros). Todos los lugares cierran pero los lugares turísticos permanecen abiertos. El domingo todo se encuentra abierto.

 

 

Egipto es un país liberal y durante las fiestas del Ramadan se encuentran abiertos los restaurantes  de hoteles y ciudades. Lo único que presenta dificultades es la venta de alcohol, pero los hoteles lo venden si los turistas lo ingieren en el interior de sus habitaciones.

Para las compras existe una gran variedad de artículos, como el algodón, la seda, el oro, la plata, el alabastro, el cobre, la bisutería, los papiros. En la mayoría de los mercados es costumbre regatear el precio, pudiendo bajar hasta cuarenta por ciento el primer valor ofrecido. Está prohibido sacar antigüedades del país.

Es necesario pasaporte en vigor, con una validez mínima de seis meses, y visado. Para viajes organizados, se tramita a la llegada a Egipto.

 

Gastronomía

Una comida tradicional comienza por los mezas, ensaladas que se toman con los dedos. El elaborado con maíz junto con las alubias cocinadas de mil maneras. Un primer plato puede contar con carne de vaca, cordero, pollo o pichón. En la costa, pescados y mariscos son exquisitos y constituyen el plato principal. Las verduras son frescas y muy variadas en todo el país.

Al egipcio le gusta el picante en los entremeses. Posiblemente el plato más conocido de la gastronomía egipcia es el falafel, una sabrosa albóndiga elaborada con judías y condimentada con hierbas aromáticas y ajonjolí. Otros entrantes son el babaganus, un puré de berenjenas horneadas con tahína y hummus.

 

 

Entre los platos típicos destacan el kebab y el mechoui, con cordero a la brasa con perejil; el cosari, elaborado con lentejas y arroz cubiertas con un sofrito de tomate y cebolla frita, a lo que se añade pasta; el fattah, capas de pan bañadas en caldo, con aceite y limón, cebolla, cayena, pimienta y comino, con yogur o huevo duro.

Los postres suelen ser muy dulces. El preferido es el om alí, una rica mixtura de pan con leche, nueces, coco y pasas.

Entre las bebidas alcohólicas, la mejor cerveza del país es la Stella. Las bebidas nacionales son el ahwa o café turco y el shay o té que se sirve en vaso, muy caliente.

 

Dónde cenar en El Cairo

Se puede ir a los locales turísticos, concentrados en la Avenida de las Pirámides, como el Ramses o el Lel, y con bailarinas extranjeras, en barcos a orillas del Nilo, como el Maxim’s. Para disfrutar de un espectáculo local y auténtico, en Palmira, en un callejón de la Avenida 18 de Julio, aquí no hay mucho lujo, pero sí un ambientazo.

Una parada imprescindible es en el Café Fishawi. Se trata de un local alargado, un pasillo, que no ha cerrado ni un instante desde hace 200 años. El Fishawi ofrece café y té excelentes con amables camareros.

Otro restaurante muy famoso es el Abu Sir, en estilo árabe y comida típica egipcia, o Parque Al Azhar y su restaurante con vista a la Ciudadela de Saladino.  

 

 

 

Info

Jolanda Bonazzola

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Texto: Jolanda Bonazzola de BCD ± Foto: IMGRES • AH.