Teseo era el futuro rey de Atenas, el siguiente en línea después de su padre, el rey Egeo. Sin embargo, los tiempos de Egeo no eran fáciles; Atenas tenía una terrible y sangrienta deuda con Creta: cada año la ciudad debía enviar a la isla de Creta siete doncellas vírgenes y siete jóvenes atenienses para ser devorados por el terrible Minotauro, una criatura monstruosa que vivía en el laberinto del palacio de Knossos.

En el tercer año de tan ignominioso envío, el joven y magnífico príncipe y héroe, Teseo, apuesto como el sol, se presentó como voluntario ante su padre, el rey, para que le permitiera ser parte de la ofrenda de jóvenes, acompañando a las víctimas y así poder enfrentar él mismo a la temible bestia.

Con todo el pesar de su corazón, el rey Egeo dejó partir a su joven y amado hijo, pero no sin antes asegurarle a Teseo que no pasaría un solo día sin que esperara verlo nuevamente y que cada mañana, desde tierra, atisbaría la mar anchurosa para vislumbrar a lo lejos los barcos que lo traerían triunfante de regreso a Atenas.

Antes de partir, Egeo hizo prometer a su hijo que no alargaría su tormento de padre; y así ambos, padre e hijo, acordaron un sistema de señales con las velas del navío: si Teseo retornaba vivo, debía izar velas blancas en señal de triunfo; pero si fracasaba y moría, la embarcación llevaría velas negras.

Teseo logró vencer al monstruoso Minotauro con la ayuda de la bella Ariadna, la hija del rey Minos de Creta, y comenzó su vuelta a Atenas. En su emoción y descuido, el joven príncipe olvidó cambiar las velas negras por las blancas.

 

Amura,AmuraWorld,AmuraYachts, La isla de Paros. Foto: Greek National Tourism Organisation. La isla de Paros. Foto: Greek National Tourism Organisation.

 

El afligido Egeo, esperando ansiosamente en el cabo Sunión, vio en lontananza las velas negras aproximándose y, creyendo que su hijo había muerto, loco de dolor, se arrojó al mar en desesperación, quitándose la vida. Desde entonces, a esta mar que besa las costas de Atenas, donde el desconsolado Egeo pereció, se le conoce como el Mar Egeo.

Ciertamente, resultó trágico y dramático el final del rey Egeo; pero también es verdad que el rey eligió para su última morada un hermoso mar azul de tonos profundos, luminosos y radiantes.

 

Atender el llamado de Egeo

Todos los veranos, cientos de viajeros escuchan –y atienden– el llamado de Egeo para adentrarse a su espléndido mar. Desde la marina de Alimos, en Atenas, decenas de barcos zarpan cada día a navegar por el Egeo de aguas azules y cristalinas, tan impregnado de sal como de historia. Y es que para realmente apreciar Grecia, tanto en la antigüedad como ahora, es indispensable incluir en la ecuación el precioso mar que la adorna y la baña.

Con este propósito, cientos de embarcaciones de todo tipo –yates, catamaranes, ferries, cruceros– se hacen a la mar para gozar de unos días de sol, arena y aguas cristalinas. Sin embargo, debemos decirlo, ninguno de estos navíos tiene más encanto y más magia que un velero.

Decenas de veleros salpican y decoran las aguas del Egeo con su magnífico velamen blanco o de colores que, henchidas por el viento, impulsan estas naves con gracia y elegancia; y que recuerdan, a aquellos que se saben la historia, las funestas velas negras que llevaron al rey a su muerte. Y es que lo cierto es que difícilmente se puede sentir mejor la sensación de libertad y aventura que cuando estás a bordo de un velero.

Afortunadamente, para recrear esta experiencia no se requiere ser un acaudalado propietario de tu propio barco; para esto Atenas cuenta con decenas de charteras que te facilitan la tarea.

Es tan fácil y conveniente, que cada verano yo misma me tomo unos días para disfrutar de esta vivencia náutica. Y es que la marina de Atenas goza con una gran variedad de opciones que buscan acomodarse a tus necesidades.

Es importante que cuando te embarcas –literalmente–, en una experiencia nueva como estas, la empresa que escojas sea confiable y experimentada, y que te sientas cómodo y seguro. Yo siempre recurro a compañías con años de experiencia, como SailGreece (desde 1985), que se acomoda a mis requerimientos.

La compañía que elijas debe saber ofrecerte un velero que se adapte a tus solicitudes y presupuesto. Por supuesto, no es necesario ser un navegante avezado, ya que la chartera te proporciona no solo la embarcación, sino también un diestro, hábil y conocedor skipper que te llevará navegando en tu travesía por las islas del Egeo.

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Texto: Maite Basaguren @maitexplainsart ± Foto: Greek National Tourism Organisation.