Una declaración de estilo

El origen del vehículo se remonta a los exclusivos carruajes tirados por caballos que se utilizaban durante la segunda mitad del siglo XIX, en el que las adineradas familias de sociedad se trasladaban a los bailes de nobleza, salones o restaurantes. En la región del mismo nombre, ubicada   en la zona centro-sur de Francia, se desarrolló un diseño especial para proteger al conductor de la lluvia o el viento, llamado “limousine”, mismo que era una cubierta que funcionaba como techo.

Los carruajes eran conducidos por personas especialmente preparadas para este trabajo, denominados “chauffeur”.

Las primeras limusinas motorizadas, surgieron como reemplazo de los carruajes tirados por caballos una vez que la locomoción motorizada comenzó a extenderse en el mundo occidental y, por ende, dio inicio “La Cultura De Las Limousine”, asociadas permanentemente al lujo extremo. Desde su aparición a principios del siglo XX, el chauffeur de la limusina conducía en un compartimiento con una división que lo separaba de los pasajeros, quienes van en la parte de atrás conversando, relajándose, mientras el conductor hacía su su trabajo, ya sea al servicio de una persona, de una familia o de una empresa. 

 

 

Conociendo a la familia Hudson

La historia de la Hudson Motor Car Company está repleta de innovaciones en automoción, muchas de las cuales fueron adoptadas por otros miembros de la industria.

La historia empezó el 24 de febrero de 1909, cuando ocho hombres de negocios de Detroit se unieron para crear una corporación para producir un automóvil que se vendería por menos de 1000 dólares El automóvil que todos habían decidido producir se llamó Hudson “veinte”, tenía cuatro cilindros y el motor estaba refrigerado por agua. Fue uno de los primeros coches de bajo precio del mercado americano, vendido a 900 dólares en Detroit.

La compañía empezó la producción en una planta pequeña de Detroit, y el primer coche salió de la fábrica el 3 de julio de 1909. Se vendieron más de 4.000 unidades el primer año, consiguiendo en su primer año el volumen de negocio más grande de la historia de la industria del automóvil hasta ese momento.

Roy D. Chapin fue elegido presidente, y enseguida hizo un largo y extenso viaje por las fábricas europeas del automóvil. Quedó impresionado por lo avanzadas que estaban respecto a las compañías americanas que utilizaban procesos y métodos muy pesados para el diseño y la fabricación de automóviles.

 Muchas de las observaciones que hizo durante ese viaje se reflejaron posteriormente en la planta de producción de la Hudson.

 

 

 

 

Por ejemplo, Chapin quedó impresionado por la superioridad de los motores de seis cilindros que había visto en las plantas europeas. Puso a trabajar a sus ingenieros para que desarrollaran un coche con motor de seis cilindros para ser vendido a precio medio. El primer Hudson nuevo con motor de seis cilindros apareció en julio de 1912, y fue sucedido por un roadster, el primer coche a bajo precio que alcanzaba 60 millas por hora.

Chapin también había quedado impresionado por el hecho de que, aunque los coches europeos estaban hechos con carrocería de acero, eran automóviles más ligeros y más fuertes que los americanos con carrocería de madera. Puso a trabajar a los diseñadores e ingenieros de la Hudson para crear un coche que causara sensación en el mundo del automóvil americano, el resultado fue el Six-Forty, el primer coche de seis cilindros americano con un peso moderado. Pesaba menos de 2.700 libras y estaba equipado con una caja de cambios de cuatro velocidades. Este coche tenía la doble ventaja de alcanzar mayor velocidad, con un consumo más bajo de carburante.

Otros avances importantes fueron la colocación del volante a la izquierda, la palanca de cambios en la parte central interior y el sistema de encendido en el interior del coche.

En 1916, mientras Europa estaba sumergida en una importante guerra y otra de menor importancia transcurría en México, Hudson introdujo su “Estupendo-Six”, que tenía el primer cigüeñal completamente equilibrado, con un motor con coeficiente de compresión de 5 a 1, considerado como un gran avance por aquel entonces. Este tipo de cigüeñal fue copiado por otros fabricantes y fue utilizado universalmente.

Todo este esfuerzo en la mejora de compresión de los motores representado por el “Estupendo-Six”, condujo a motores con coeficientes de compresión de hasta 12,5 a 1. Una prueba de lo que significó ese aumento en la compresión de los motores de la Hudson en 1916 se demuestra con el hecho de que el “Estupendo-Six” desarrollaba 76 cv, mientras que el motor de seis cilindros del año anterior solamente desarrollaba 48 cv.

 

 

En 1916, un Hudson “Estupendo-Six” demostró su enorme potencia alcanzando las 102 mph en las arenas blancas de la playa de Daytona. Esta fue la primera de centenares de pruebas de potencia y de funcionamiento que los coches de Hudson hicieron durante décadas.

El funcionamiento excepcional del “Estupendo-Six” fue el responsable de que la Hudson vendiera 26.393 coches en 1916, cifra excepcional para esa época, y permitió la extensión del espacio de la fábrica hasta 247.000 pies cuadrados (medida americana).

En 1917, Chapin introdujo los motores Essex (ver historia Essex) para la creación de un coche subsidiario de Hudson, que debía ser el “coche ideal”, ese tipo de coche que él había conocido en Europa y que pensaba iba a revolucionar la industria americana del automóvil, el coche cerrado.

Hasta esa época, la mayoría de los coches americanos eran abiertos y con capota, y su uso quedaba restringido obviamente en función del tiempo.

Los coches cerrados costaban unos 1000 dólares más que los coches abiertos, poniéndolos así al alcance del comprador medio. Los ingenieros de Hudson mejoraron sus métodos de producción hasta el punto en que consiguieron poner a la venta coches cerrados a un precio tan sólo 100 dólares superior al de un coche abierto comparable.

En 1919 fueron introducidos los Essex sedan y coupe cerrados con carrocería de acero, y Hudson causó de nuevo sensación al venderlos por muy poco dinero más que los Ford. 41.000 unidades se vendieron el primer año. El automóvil cerrado marcó uno de los hitos más importantes de la historia automotriz americana y transformó la industria. El automóvil dejó de ser un elemento utilizado de día y durante 6 meses al año para pasar a ser un elemento de uso continuado durante todo el año. Las ventas del Essex de Hudson se incrementaron y antes de llegar a 1922 ya eran vendidos en 50 países.

 

Texto: The Publiclassic Company ± Foto: WPD / OTTMITRAVEL / FRQ