Respeto y tolerancia de  costumbres y religiones

Sin lugar a duda uno de los países más pequeños y antiguos del Medio Oriente, heredero de la mayor parte del territorio fenicio, limita al norte y al este con Siria, al sur con Israel y al oeste con el mar Mediterráneo. 

Durante siglos, Líbano ha sido un país de controversias, tanto políticas como religiosas, debido a la diversidad de las diferentes etnias asentadas en su territorio. 

Podría relatar acerca de la situación política, o de la enorme cantidad de bellezas y riquezas naturales, pero no. Hoy, una caminata por las calles de Beirut, en donde diferentes etnias conforman el paisaje humano, dieron lugar a estas columnas, en donde trataré brevemente de recorrer su historia a través de las etnias que más llamaron mi atención. 

Comenzaré por los Drusos, quienes hoy en día conforman el siete por ciento de la población libanesa y quienes según las estadísticas, la gran mayoría de sus integrantes se encuentran asentados en Beirut. 

Los Drusos surgieron durante el siglo II, cuando Al-Daraz y Hamzah Ibn-Ali llegaron al territorio libanés, su ideología coincide con el Islam, figura surgida de la filosofía griega y otras tradiciones, en donde reconocen la autoridad de los libros 

santos, desde la Torá hasta los Evangelios y el Corán, pero rechazan que este último contenga el dogma definitivo. 

Los Drusos se consideran monoteístas y estrictos, rechazan que Dios pueda describirse dotado de atributos humanos, ellos creen en la reencarnación. 

Algo que llamó mi atención fue el hecho de que uno de los mandamientos de la religión Drusa es mantener ocultos sus dogmas y preceptos, por tal motivo existe muy poca información sobre sus ritos. 

La población Drusa está dividida en dos grupos, los ignorantes (Yuhal) y los espirituales (Uqal), solo estos últimos son conocedores de la teología Drusa. 

Tanto hombres como mujeres pueden solicitar entrar al círculo de los Uqal, sin embargo, para ello deben destacarse por llevar una vida moralmente recta y pasar largos periodos de prueba, una vez admitidos, deberán llevar siempre ropa negra con un pesado turbante blanco, en el caso de los hombres. 

 

 

 

La comunidad Drusa se aisló y desde hace siglos la fe solo se transmite exclusivamente en el interior de las familias sin probabilidad de aceptar conversos. 

Continuaré con los Omeyas, dinastía que se desarrolló entre los años 661 y 750, asentándose en Damasco y extendiéndose al pintoresco pueblo de Besharre, de fácil acceso a los famosos e impresionantes Cedros de Líbano. 

Bajo esta dinastía floreció la arquitectura, siendo los creadores de las grandes mezquitas como la de Mohammad Al-Amin, uno de los símbolos de la ciudad de Beirut, me cautivó su brillante exterior marrón que contrasta con el intenso azul del cielo libanés. 

Los Omeyas también fueron los creadores de los cimientos de la civilización musulmana que derivó en el desarrollo de las ciencias jurídicas y teológicas. 

Existe también una etnia llamada los Alauís, llamados así por Alí, primo y yerno del profeta Mahoma, esta corriente religiosa es considerada una rama muy heterodoxa del Islam Chií, debido a que creen que sus descendientes son sucesores legítimos de Mahoma, sin embargo, algunas de sus creencias chocan con la del Islam. 

Los alauitas corresponden aproximadamente al 10% de la población del Líbano, desde los años 70 han ocupado los principales centros del poder. 

Los musulmanes consideran a esta etnia como herejes, ya que dentro de sus creencias se encuentran, por mencionar algunos ejemplos, la reencarnación, la celebración de la Navidad, la consagración del vino, entre otras. 

La comunidad se divide en iniciados y profanos, con exclusión de las mujeres, ya que no creen que las mujeres tengan alma. 

Una de las creencias de los alauís que más me sorprendió, es que creen que todas las personas son estrellas en el mundo de la luz y que deben reencarnar siete veces antes de volver a las estrellas y si son pecadores reencarnarán como cristianos hasta su expiación completa, creen que los infieles reencarnarán en animales. Estas creencias se basan en su libro “Kitab – Al Majmu”.

 

 

 

Otro dato curioso es que los alauitas no discuten con ningún visitante los detalles de sus creencias, de hecho un alauita común no sabe las enseñanzas de su grupo. 

Les platicaré ahora un poco de los Fatimíes, quienes aparecieron en el Líbano aproximadamente en 980, haciendo gala de su brutalidad. El nombre “Fatamíe” deriva del profeta Mahoma, pertenecientes a la corriente Ismailí, dentro de la rama del Islam de los Chiíes, a diferencia de otros, el ascenso fatimí en cargos del Estado depende más del mérito que del linaje. El imperio creció y floreció bajo el mando de Califa Al-Hakin, sin embargo, gradualmente el Califa fue enloqueciendo al grado de ejecutar a cualquiera que los desagradara y promulgó leyes arbitrarias como la prohibición a trabajar de día, a dormir de noche, acabó con la tolerancia hacia los cristianos y judíos, a quienes obligó a usar ropas distintas para identificarlos. 

Toca el turno a los Chiitas, quienes hoy en día conforman el 30% de la población libanesa, igualmente que otras etnias su origen se remonta a Ali, primo y yerno de Mahoma, consideran a sus descendientes los verdaderos imanes de la tradición musulmana. 

Las particularidades doctrinales de esta etnia son que Dios no admite que el hombre camine hacia su perdición, por ello envió a los profetas para guiarlos, quienes deben de reunir una serie de características que le hagan ser el hombre más perfecto, además, al tener cierta investidura sobrenatural otorgada por Dios, los chiitas consideran que el Corán tiene un mensaje literal o esotérico, este sincretismo religioso contrasta con el anhelo del Islam mayoritario de mantenerse en su forma pura y original. Sin mezclarse con otras ideologías y creencias. 

 

Cristianos maronitas

En el siglo VII, los maronitas, para escapar de la opresión de los conquistadores árabes, se refugiaron en los montes y valles del Líbano, en donde formaron la iglesia maronita bajo el liderazgo de San Marón, reconocido por el Papa como primer patriarca maronita en el Líbano. Los maronitas encontraron una tierra de libertad, quienes en todos los tiempos han defendido su tierra con valentía, sangre y heroísmo. 

Los maronitas son conscientes de que no son ellos los únicos dueños de la tierra de los Cedros, por esto siempre extienden sus brazos y abren sus corazones a todos los habitantes y visitantes en territorio libanés, a diferencia de las etnias que les platiqué antes.

Aquí concluye mi viaje por este hermoso y golpeado país “El Líbano”, no sin antes mencionar que el Líbano, alberga en sus fronteras maravillas de valor incalculable y cuenta la leyenda que Adán y Abraham moraron en “Baalbeck” cuando sólo era un oasis rodeado de cedros.

 

“Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes”.

Khalil Gibran (1883-1931)

Filósofo y poeta libanés. 

 

 

 

 

 

Las Comunidades del Abanico Confesional Libanés

Comunidades cristianas

Católicos maronitas 

Greco - ortodoxos     

Greco - melquitas católicos  

Armenios ortodoxos

Armenios católicos    

Siríacos ortodoxos 

Siríacos católicos 

Nestorianos (asirios)  

Caldeos 

Católicos latinos 

Evangélicos   

Coptos 

 

Comunidades musulmanas

Chiitas

Sunitas

Alauitas

Ismaelitas

 

Otras Comunidades

Judíos

Ateos 

 

La iglesia ortodoxa de AntioquÍa

El origen de la Santa Iglesia Oriental Ortodoxa, Católica y Apostólica, comúnmente llamada ‘Iglesia Ortodoxa’, se encuentra en los principios del cristianismo mismo. Más que cualquier otra, ha conservado las antiguas tradiciones cristianas de las tierras donde la religión de Jesús fue primeramente predicada. Depende del Patriarca greco-ortodoxo de AntioquÍa y de todo el Oriente ortodoxo, que actualmente es S. B. Ignacio IV Hazim. 

 

Los católicos del rito greco melquita católico

El término melquita fue aplicado a los cristianos que rechazaron el Concilio de Calcedonia (año 451), que había condenado el monofisismo. Se constituyeron como iglesia independiente en el entorno de las sedes de AntioquÍa (sirios ortodoxos o jacobitas) y de Alejandría (coptos), a los cristianos fieles al concilio en el siglo VI. Al rechazar el Concilio, rehusaban también el dominio bizantino y subrayaban el rasgo cultural y lingüístico propio (siriaco y copto). Los calcedonianos recibieron de ellos el nombre de melquitas, es decir imperiales (del siriaco malko, (rey, emperador), o seguidores del emperador bizantino, símbolo de la ortodoxia de Calcedonia. 

Los católicos greco melquitas adoptaron el rito bizantino, primero en siríaco, posteriormente en griego y finalmente, en gran parte, en árabe. Actualmente, el término melquita designa específicamente a la rama católica de esta iglesia, fruto de una escisión en torno a una elección patriarcal del año 1724. 

La iglesia greco melquita católica tiene cerca de 2 millones de fieles. Su patriarca es S. B. Gregorio III Lutfi Laham, que ostenta el título de Patriarca de Antioquía y Todo el Oriente, de Alejandría y de Jerusalén. Las iglesias melquita católica y greco ortodoxa, tienen la misma liturgia. Sólo que los melquitas católicos reconocen la autoridad del Papa, mientras que los ortodoxos, no. 

 

 

 

 

 

 

El Islam

 

Los musulmanes sunitas

El tronco musulmán principal es el Ahl as-Sunna wa l-Yama’a, o sea la Gente de la Sunna y la Comunidad. Gravita en la creencia del Imama, que afirma que Alláh envió profetas y designó a imames (o imanes) infalibles en cada tiempo, con una posición especial para los doce imames de Ahl al-Bait (Gente de la Casa). Este grupo cristalizó sus creencias a partir de que se ocultó el doceavo imam. Los sabios musulmanes los consideraron Ahl al-Bid’a o Gente de Innovación. 

La mayoría de sabios de Ahl as-Sunna, al igual que los eruditos chiitas, consideran que no son una mahdab o escuela jurídica más. La madāhib, son las corrientes de interpretación de la jurisprudencia islámica. La discordia entre ellos y el cuerpo superior musulmán es de creencia, no de jurisprudencia; para ellos, al que sigue al Imam se le aceptan actos de adoración; si no, la fe es parcial y la adoración, dudosa. Para un sunita es herético.

El 90% de los musulmanes del mundo son sunitas y todos creen en la autenticidad de Al Qur’án (El Corán); su texto se salvaguarda de toda adición u omisión. El Corán debe ser creído en armonía con lo escrito en árabe, desconfiando de traducciones no aceptadas por sus autoridades pues generalmente cambian su sentido. Cada palabra fue dada por Alláh (Dios) a través del Arcángel Gabriel. El Corán es eterno, es la Verdad, el germen de los creyentes, de su fe, ritos y reglas de comportamiento. 

 Los sunitas creen en Alláh como único Dios. No hay intermediarios con él. Alláh tiene control sobre lo bueno o lo malo. Todos los seres dependen de Alláh y necesitan su favor y misericordia. 

 

 

 

Los musulmanes chiitas

El vocablo chiismo deriva de la voz chī’at ‘Alī, que se refiere al bando de Alí, primo y yerno del Profeta. Al morir Mahoma (632 d. C.), nadie previó quien o como se haría la sucesión. Se optó por el método de la votación, escogiendo candidatos entre los personajes principales. Algunos se inclinaron por Alí, al suponer que era el único heredero auténtico y por haber sido el más apegado a Mahoma, negando a otros notables la posibilidad de ser el califa o sucesor de Mahoma, tales como Abu Bakr al-Siddiq, suegro del Profeta, autonombrándose Khalifat Rasul Alláh (sucesor del enviado de Dios), vocablo del que deriva el título de califa. 

Otros elegido fue Umar I, segundo califa en el 634. Antes de fallecer, Abu Bakr lo designó su heredero y los notables acataron dicha transmisión. El tercero fue Utmán ibn Affan, también yerno de Mahoma, surgido del primer grupo converso y califa a la muerte de Umar I, en 644, elegido por seis altos personajes, que lo escogieron de entre los camaradas de  Mahoma.

Al morir Umar I, Alí fue elegido califa. Pero se le señaló como conspirador en la muerte de su antecesor, y su derecho fue cuestionado por Muawiya, gobernante de Siria e integrante de la familia de los omeyas, entablándose con ello una cruel guerra entre las dos facciones. Ambos aceptaron que el campo de batalla fuese Siffín (en el Eufrates medio, en Siria) para dirimir las diferencias entre la gente de Alí Ibn Abi Talib, cuarto califa del Isla, y los seguidores del gobernador sirio Muawiya ben Abi Sufián. Los musulmanes se escindieron en tres comunidades, la sunita, la chiita y la alauita, conflicto enmarcado como Al-Fitna Al Kubra, o gran guerra civil, con el veredicto de un juez neutral, pero de las huestes de Alí surgió otro grupo en desacuerdo con el fallo, el de los jariyíes y asesinaron a Alí en 661, tratando inútilmente de matar también a Muawiya y al juez. 

Los seguidores de Alí apostaron por su hijo Hassán quien rechazó el cargo, y después por Hussain, quien promovería una insurrección contra los omeyas. Su muerte por decapitación en la ciudad de Karbala (Irak), en el 680, siendo enterrado su cuerpo en el mismo sitio y la cabeza dada al califa en Damasco.

La escandalosa muerte de Hussain convulsionó a gran parte de los musulmanes y les trajo la decisión de buscar un poder honesto y reverente con las bases del Islam. El sacrificio de Hussain es el cimiento del chiismo, que lo alude cada año con marchas de flagelados, siendo su alegoría en la lid contra la ilegalidad. 

 

Los ismaelitas

Los ismaelitas o septimanos admiten a siete imanes. El sentido del legado de Ja’afar al Sádik fue el punto de desunión entre imanes y septimanos. En la mitad del siglo VII, los adeptos del imán Ismael, a quien los imanes rehusaron por uno de menor edad, se dividieron al decir que el imán poseía una luz interna que lo hace infalible y le otorga condición divina.  

 

Los alauitas

Los alauitas disiden del chiismo en el siglo IX. Creen en la divinidad de Alí y sus ritos no son divulgados. Los hay en la costa de Siria y al norte de Líbano. Cuando sufrieron presiones de otros grupos, asumían el ketmán o la taqiya, un fingimiento en la religión. 

 

Los Drusos

El Islam, al igual que el Cristianismo, tuvo desde sus inicios graves escisiones. La primera se dio con el grupo que recibiría el nombre de Chía (chiitas), y después los ismaelitas, núcleos combatidos por los sunitas, que integran a la mayoría musulmana del mundo árabe. Siguiendo el ejemplo de los cristianos que se refugiaron en las alturas huyendo de las persecuciones, especialmente de los jacobitas, miembros de la iglesia monofisita de Siria, reorganizada en el Siglo VI por Jacobo Baradai, de quien tomaron su nombre. Los disidentes musulmanes de la secta drusa fueron de un país a otro buscando una tierra que los abrigara, hasta que la encontraron en la zona montañosa meridional de Líbano. Los drusos se fusionaron hasta lograr control y notoriedad al sur de la cadena montañosa. 

 

La palabra “druso”, proviene del nombre del pensador persa Muhammad Ben Ismail Al Darazi, secretario del sexto califa fatimita de El Cairo, Al Hakim Biamr Alláh (977-1021). Los drusos impugnaron esta filiación y rechazaron las enseñanzas de su pensador, calificándolas de escandalosas. Prefirieron llamarse Unionistas, creyentes de un solo Dios encarnado en ciertos hombres, de los cuales el tronco sería el Califa Al Hakim Biamr Alláh. Explican las diversas reencarnaciones diciendo que Dios establece, por medio de ellas, una relación directa con los hombres. Según sus creencias, Dios se ha encarnado en más de diez ocasiones, pero la que realizó en el Califa Al Hakim Biamr Alláh fue la más perfecta. Este califa lo fue desde la edad de 11 años, ejerciendo el cargo por 18 más, hasta que murió víctima de un complot urdido por los que no aprobaban su conducción. Los drusos, sin embargo, ponen en duda su muerte. Afirman que desapareció voluntariamente pero que retornará en la hora escogida para recibir triunfante la aureola de la gloria.

 

 

 

Texto: Archivo Libanés / Lourdes Brozon ± Foto: Worldpress / THE TOWE / sxc / ADIESR / james gordon