Cuando recopilaba datos para la escritura de este artículo, las referencias eran bastante estables. Los precios alcanzados en las subastas iban en aumento regular pero parecía difícil superar el récord de hace dos años, cuando se subastó un cuadro de Picasso en 104 millones de dólares poniéndolo a la cabeza del listado. Antes que terminara el orden definitivo y después de haber cotejado distintas fuentes todo se disparató.

En junio pasado un cuadro del pintor austriaco Gustav Klimt fue vendido por la increíble cantidad de 135 millones de dólares, y este evento asombroso ni siquiera ocurrió bajo los efectos de la típica fiebre que aumenta al calor de una subasta, se trató de una compraventa entre particulares. El magnate de la cosmética Ronal S. Lauder, hijo de la legendaria Esteé Lauder, pagó por la obra maestra a una sobrina de la mujer retratada.

 

image Ampliar
 
 

Desde luego se trata de un cuadro que tiene su historia, de ésta y de la de su autor hablaremos a continuación, así como del español Pablo Picasso y del holandés Vincent van Gogh, los otros dos lados de un triángulo que forman los artistas cuyas obras monopolizan la cabecera de la lista de las diez obras más caras del mundo. Tenemos, además de la pintura de Klimt, tres de Picasso y otras tantas de Van Gogh, Renoir, Rubens y Cezánne se reparten las posiciones restantes.

 

 

Gustav Klimt

(1862-1918)

El retrato de Adele Bloch-Bauer I (existe otro del mismo personaje) será expuesto en la Neue Gallery de Nueva York, un pequeño museo fundado por Lauder hace cinco años y dedicado al arte germano del siglo XX; estará junto a otra obra maestra del artista. El beso, tal vez la pintura más famosa del pintor austriaco Gustav Klimt (1862-1918). El cuadro en cuestión es de 1907 y fue un encargo de Ferdinand Bloch-Bauer, el millonario esposo de la retratada, que llegó a poseer en su colección cuatro obras más del pintor. Adele, la modelo, murió en 1925 y como sus hijos no le habían sobrevivido dejó un testamento donde se mostraba el deseo de ceder las obras a su país. Pero en 1938, y tras la anexión de Austria por parte del nazismo alemán, Ferdinand huye a Suiza del incipiente genocidio, decidido a revocar el testamento para dejar toda la fortuna, incluidas las numerosas obras de arte de su colección, a sus tres sobrinos: Louise, Robert y María. Demasiado tarde: los cuadros ya habían sido requisados por el ejército nazi.

Al terminar la II Guerra Mundial la familia intentó recuperar sus posesiones y, aunque diversas obras fueron devueltas con prontitud, se negaron a entregar los klimt. En el año 2000 iniciaron una batalla legal y tras cuatro años de litigios fue aceptada por el Tribunal Supremo de Estados Unidos la denuncia contra el gobierno de Austria. Se marcaba aquí un precedente único, apenas en enero de este año un tribunal de arbitraje austriaco dio la razón a la familia y los cinco cuadros fueron devueltos a sus propietarios originales.

Tardó tres años en pintar el retrato de Adele Bloch-Bauer, una mujer con una esmerada educación, asidua de los círculos culturales vieneses y mecenas convencida. Algunas versiones apuntan que tal vez fueran amantes, una de las muchas que desfilaron por su cama y por sus cuadros, eso importa poco, el encargo sirvió al artista para poner de manifiesto su estilo característico, un modernismo puro donde la línea y lo decorativo se entreveran, el también llamado art nouveau en Francia o jugendstl en Alemania se entremezcla con el simbolismo naciente que venía de Gauguin y los posimpresionistas. En el cuadro combina una pequeña parte realista, hasta relamida, apenas rostro, cuello y manos, con un diseño suntuoso, prácticamente abstracto, rico en texturas y brillos que le dan al cuadro un aspecto de joya maravillosa, de ente único lleno de expresividad y valor.

 

image Ampliar
 
 

Pablo Picasso

(1881 - 1973)

Pablo Picasso (1881-1973) se había trasladado a París de forma definitiva en 1904, es el final de la melancólica época azul a la que seguirá la época rosa, entre ambas se encuentra este cuadro. Los personajes desamparados y las escenas circenses serán sus motivos antes del cambio de 180 grados que supondrá el cubismo y el vanguardismo histórico. En los primeros años del siglo XX surge Picasso como un artista renovador e inconforme, hiperactivo, poseído por su genio y su personaje, gran amante, un artista que ha encarnado para el gran público el pintor de vanguardia, obsesionado por la evolución, por la originalidad, por el ir siempre más allá de lo previsto. Daniel Henry Kahnweiler, uno de sus primeros galeros, no tenía duda: En el arte este hombre rige nuestra época. Nuestro siglo es el siglo de Pablo Picasso. Es cierto que en nuestra era ha habido otros grandes pintores y escultores, pero él, más que ningún otro, ha sido el que ha abierto el camino.

Desde luego Picasso logró vivir siempre de su arte y a partir de los años cincuenta bastante bien, y eso sin hacer ningún tipo de concesión, ni en sus temas ni en sus ideas libertarias y pacifistas. Siempre trabajó arriesgándose al máximo tratando de sacar de la experiencia creativa una experiencia de vida y viceversa, eso se ve en sus cuadros, su enorme pasión creativa, tal vez por ello su obra sigue teniendo tanta importancia y vigencia en nuestros días. Cambió de estilo como de camisa pero en todas sus épocas es reconocible, inconfundible más bien, y siempre proponiendo nuevos retos: Ustedes esperan que yo les diga qué es arte. Si lo supiera, no se lo diría a nadie. En la época que pintó este Muchacho con pipa Picasso no era todavía conocido. Tras cuatro años de usar el azul para de algún modo mostrar que eran cuadros antes que representaciones de algo en particular, como forma de alejamiento de lo real, vuelve al color, el rojo del fondo parece anticipar futuras búsquedas. Después vendrá el cubismo en sus diferentes formas y luego su amplia trayectoria por libre o más bien como único miembro de su propio movimiento. Para mí, el arte no tiene pasa do ni futuro. Cuando una obra no consigue permanecer siempre viva, entonces no merece la menor consideración.

 

image Ampliar
 
 

Vincent van Gogh

(1853-1890)

Vincent van Gogh (1853-1890) sólo pintó los últimos diez años de su vida, y este cuadro del que hablamos es de aquellos meses de 1890 en que la locura lo condujo finalmente al suicidio cuando se disparó en el pecho tras terminar su postrer cuadro, un agitado paisaje de Auvers sobre el que vuelan los cuervos. Esta obra la pintó no muchos días antes, es un retrato de Paul Gachet, médico general del pueblecito donde Vincent pasó sus últimos días. A diferencia de Klimt, van Gogh nunca conoció el éxito y el reconocimiento, apenas malvendió un cuadro en toda su vida. Su hermano Theo, eterna conciencia y apoyo, había acomodado al artista en una fonda bajo la supervisión del Dr. Gachet, un gran aficionado al arte más renovador del momento, confiando en que la traquilidad del campo mejorara el estado mental de Vincent.

En ese corto último decenio de su vida produjo miles de obras, entre ellas unos cuatrocientos cuadros, pero nunca fue apreciado ni siquiera comprendido por los artistas más avanzados de su época. Cómo iba a pensar el pobre Vincent que, un siglo después, tres de sus obras estarían entre las diez más caras del mundo. Pero ya lo decía Antonin Artaud, otro loco maravilloso: Un día la pintura de van Gogh, armada de fiebre y de buena salud, volverá para arrojar al viento el polvo de un mundo enjaulado que su corazón ya no podía soportar. En una carta a su hermano Theo, Vincent escribe que en este cuadro ha querido darle al Dr. Gachet: la triste expresión de nuestro tiempo. La depresión se apodera de él, se siente una carga para todos, un inútil cuyos esfuerzos no conducen a nada, pero no por eso deja de pintar ni un instante. No debía perder ni un día, ni una hora. Otros pueden labrar pausadamente el tejido de su existencia. El destino de Van Gogh era encenderse en su propio ardor, consumirse ardiendo. Hay cuadros suyos,obras de una concentración sin par, que fueron pintados en un solo día; violentamente, pero no a la ligera, pues su desenfrenada pasión no se daba por satisfecha antes de encontrar la expresión perfecta. La definitiva (Paul Westheim en Mundo y vida de grandes artistas).

Para concluir diremos que este artículo es más un radiografía del mercado del arte en nuestros tiempos que un manual de referencia especulativa. Por supuesto que existen obras más caras que las mencionadas pero no están a la venta.

 

image Ampliar
 
 

Texto: Josu Iturbide ± Foto: IMGRES AH