Cuatro legendarias aeronaves fueron reunidas para realizar un histórico vuelo en formación, con motivo del lanzamiento de la colección de relojes Super Avi de Breitling.

Se trató del North American Aviation P-51 Mustang, el mejor caza polivalente de la Segunda Guerra Mundial; el Vought F4U Corsair, un avión naval que batió varios récords; el de Havilland Mosquito, conocido como “la maravilla de madera”, y del que quedan muy pocos ejemplares, y el Curtiss P-40 Warhawk, un experto en maniobrabilidad, cuyo característico morro decorado con las fauces de un tiburón lo convirtieron en un ejemplo de la temeridad omnipresente en los primeros días de la aviación.

Los modelos despegaron del Military Aviation Museum (MAM) de Virginia, el hogar de tres de las cuatro aparatos (el Warhawk llegó desde el Cavanaugh Flight Museum de Addison, Texas).

Restauradas de forma óptima, estas aeronaves de entre 75 y 80 años de antigüedad, necesitan hasta 100 horas de preparación para volar. En el MAM, los equipos de mecánicos usan los manuales originales, convirtiéndose, en palabras de Keegan Chetwynd, director del museo, en “historiadores, investigadores y custodios del avión. Hay que sentir una fuerte conexión con el equipamiento para que puedan seguir en el aire”.

Cuando se construyó el primer P-51 Mustang en apenas 120 días, ni siquiera su promotora, North American Aviation, supo prever la potencia que tenía entre las manos. La baja resistencia aerodinámica de sus alas y el sistema de refrigeración del motor –considerados experimentales cuando el caza monoplaza despegó por primera vez en 1940– conferían al P-51 una velocidad y autonomía sin precedentes.

Al añadírsele un motor Merlin, la aeronave multiusos amplió su radio de acción hasta altitudes muy elevadas, transformándose en el mejor caza multiusos de su época.

Empleado como avión para usos navales en la Segunda Guerra Mundial, el Vought F4U Corsair tenía que afrontar despegues y aterrizajes complicados en los portaaviones y en pistas alejadas. Con su velocidad y sustentación como factores esenciales, el Corsair se abrió paso con brillantez, convirtiéndose en el primer caza monomotor en romper la barrera de los 640 km/h, al tiempo que ofrecía una aceleración excepcional en el ascenso.

Su diseño con “alas de gaviota invertida”, la hélice de grandes dimensiones y su inconfundible librea azul hicieron de él un emblema de la historia de la aviación.

Concebido como avión de caza, el Curtiss P-40 Warhawk realizó su primer vuelo en 1938, y rápidamente demostró una agilidad extraordinaria. No se trataba solamente de su capacidad para dar giros asombrosos que le daban ventaja en el aire, sino que también una robusta estructura le permitía tolerar condiciones meteorológicas adversas e, incluso, graves daños durante el combate. La estética del desafiante morro con fauces de tiburón afianzó su reputación como el rebelde de los cielos.

En una época de escasez frecuente de aluminio y acero, los ingenieros del de Havilland Mosquito pensaron en un material abundante: la madera. La “maravilla de madera” provocó una gran conmoción cuando, superando a sus contemporáneos de metal, se convirtió en uno de los aviones más rápidos construidos de 1940 a 1950.

Su magnífica maniobrabilidad le permitía asumir funciones multitarea, tan variadas como bombardero ligero, caza nocturno o transporte y reconocimiento fotográfico.