Buceo en los alrededores de la planta nuclear

El trabajo como buzo que realizo para vivir me ha dado grandes satisfacciones, además de sorpresas. Nunca dejas de aprender ni de sorprenderte, como me pasó cuando por una invitación que me hizo el director de la Planta Nuclear Laguna Verde, ingeniero Rafael de la Garza, para bucear en la única planta nuclear que existe en México. Invitación que no pude resistir, aunque lo hice con cierto temor debido a los rumores acerca de la contaminación, y los tenía muy presentes en mi mente.

Así, después de los arreglos necesarios nos fuimos, mi buen amigo Armando Gasse y un servidor, al bello puerto de Veracruz, donde nos esperaba el ingeniero Rafael Vega, amigo de mi juventud y ahora persona clave para la operación de la planta nuclear.

 

 

Ésta se encuentra ubicada entre frondosos paisajes costeros del Golfo de México, en el kilómetro 42.5 de la carretera federal Cardel-Nautla, en Punta Limón, Municipio de Alto Lucero. La planta nuclear está a 70 kilómetros al norte de la legendaria ciudad de Veracruz, instalada en un área de 370 hectáreas y enmarcada bellamente por cinco lagunas naturales.

La cercanía a las playas hacen de la planta nuclear un complemento del paisaje costero, donde el azul del mar invita a sumergirse. En su fondo nos asombramos de la cantidad de formaciones coralíferas que ahí se encuentran, sinuosos paisajes marinos donde el coral, ser vivo y sensible, prolifera en una variedad de formas desafiantes a la imaginación, que crecen entre los laberínticos espacios, formando túneles de estrechos o anchos pasillos que presumen gran variedad de corales.

Pudimos reconocer a los estilizados corales cuerno de alce, a los arrogantes cuerno de venado, a los intrincados corales cerebro, a los pequeños corales de galleta, a los enormes corales pilares, y otros que semejan cascadas. Todos sirven para que se fijen los vistosos plumeros, que al igual que los gusanos conocidos como árboles de navidad, embellecen el fondo marino con sus caleidoscópicos colores y su suave movimiento.

Las crinolinas del mar alzan sus brazos hacia los rayos del sol acrecentando la belleza del paisaje. Los maravillosos seres marinos, de diferentes colores y tamaños, que son las anémonas, son totalmente sedentarias, y utilizan sus largos brazos, que contienen ventosas, para atrapar a sus presas.

Conviviendo entre estos corales, tanto blandos como duros, habitan las esponjas, saludables animales marinos que filtran el agua para obtener su alimento, además de dotar al mar de colores excitantes y formas caprichosas. Los corales, al igual que las esponjas, dan cabida y hogar a una multiplicidad de peces y diferentes organismos marinos, entre los que destacan los pequeños caracoles sin concha, llamados nudibranquios, palabra que significa “branquias al desnudo”.

En las oquedades o cuevas encontramos al suntuoso pez mariposa, el cual distrae a sus depredadores con una banda alrededor de sus ojos o con un lunar en la parte posterior. El singular y raro pez hamblet parece extraído de un cuadro de pintor, ya que los colores en su rostro son atrevidos y contrastantes.

 

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Las cabrillas son peces voraces, que con su clásico cuerpo punteado observan con recelo. La barracuda, depredadora por naturaleza, al igual que las morenas, tanto verdes como pintas, esperan pacientemente a su presa, observándonos sin el menor temor. Los plateados e imponentes sábalos, que viajan en grandes cardúmenes, encontraron en esta pequeña ensenada un buen sitio para pasar la estación veraniega. Usando el poder de mimetización, el poderoso pez piedra acecha mientras pasa desapercibido. Encima de un coral cerebro, y estático, encontramos al estilizado pez lagarto, dándonos la sensación de ser el amo y señor de sus dominios. El pez cirujano recibe este nombre por una afilada espina que presenta en su cuerpo, la cual puede producir cortes semejantes al bisturí de un cirujano. Las damiselas o señoritas tienen muy mal carácter y defienden sus dominios con gran fiereza, incluso frente a peces de mayor tamaño.

En torno a todos los ejemplares mencionados conviven los erizos (negros, blancos o rojos), todos con afiladas púas que hacen desistir a cualquiera de atraparlos. En los fondos arenosos observamos al conocido como pepino de mar, habitante de ese lugar de donde obtiene su comida, camina lentamente y sin miedo a los depredadores, pues su cuerpo está blindado por una capa de piel gruesa y corrugada.

En aguas abiertas y nadando a manera de propulsión encontramos a pequeños seres que destellan sus propias luces, las aguasmalas. A media agua habitan enormes bancos de sardinas, las cuales le dan una sensación de vida y magia a las transparentes aguas del Golfo de México. El maestro del camuflaje es sin duda alguna el pez lenguado, al cual pudimos descubrir en los fondos de arena gracias a sus ojos, que utiliza como periscopios.

 

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Cualquiera se siente atraído por las pequeñas criaturas que viven en los fondos coralinos, ya sea por su colorido o por sus caprichosas formas, como camarones de fantasía. Perdido en los fondos arenosos encontramos a un singular personaje que parece de ficción: el cangrejo ermitaño.

En el fondo no encontramos tesoros en metal pero sí peces de brillantes colores, como es el conocido ángel juvenil, que ya en su estado adulto se conoce como ángel reina, y a su pariente el ángel gris.

Los hidrocorales son llamativos para los buzos, pero se tiene que tener mucho cuidado con ellos pues son urticantes a su contacto. El coral de látigo se ha utilizado desde hace mucho tiempo para la fabricación de artesanías, por tal motivo se vio gravemente amenazado.

Es evidente que la vida nace y se multiplica cada día en las amables aguas del Golfo de México, donde pudimos sumergirnos en la zona que rodea a la controversial Planta Nuclear Laguna Verde. 

 

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Texto: Alberto Friscione Carrascosa ± Foto: Alberto Friscione Carrascosa