El rey del bosque

La naturaleza salvaje e indómita del ciervo, llamó la atención de los celtas de la Edad de Hierro. Se trataba de un animal de cuernos alazán, que a pesar de su potente berrea, se movía con tanto sigilo que podía aparecer y esfumarse a su gusto; por lo que sólo los cazadores más avezados podían seguir su rastro.

El atractivo preponderante que le otorga su cornamenta, hizo que se le asociara con Cernunnos, el Señor de los Animales en la mitología celta; símbolo de fuerza y perennidad.

 

 

Animal codiciado

Se trata del segundo cérvido más grande después del alce, con altura de hasta 1.5 m y un peso de entre 80 y 240 kg, cuyo nombre proviene del rojizo cromatismo aterciopelado que recubre su cornamenta, a la cual la cultura escocesa le ha dado cualidades curativas, por lo que se emplea en la medicina tradicional, de ahí que resulte sumamente atractiva para los cazadores. Sus astas además de poder son un indicador reproductivo, pues cuanto más grandes y complejas, mayor fertilidad. Los machos suelen ser solitarios y las hembras, junto a los más jóvenes, se mantienen en rebaños de hasta 20 ejemplares.

 

Seres de las penumbras

Concentran su actividad al amanecer y en el ocaso, durante las densas neblinas de la campiña escocesa, tiempo que aprovechan para alimentarse de gramíneas, hierbas o bellotas. Originario de Eurasia y la ecozona paleártica occidental, el ciervo rojo fue trasladado a diversos rincones del mundo; sin embargo, es una especie en peligro de extinción.

 

 

Texto: Amelia Watson ± Foto: rod meredith / VISIT SCOTLAND