Seis siglos de historia de la Armada en el corazón de Madrid

Historias de galeones y marinos, de tesoros hundidos, combates en mar abierto, expediciones oceánicas y conquistas… Este es el relato que narra el Museo Naval de Madrid. Seis siglos de historia de España contados por un testigo de excepción: la Armada, sus marinos y sus buques.

Pese a ser una institución con 170 años de historia y poseer una de las colecciones navales más importantes del mundo, el Museo Naval es uno de los grandes desconocidos de Madrid. Sin duda, pesa en su olvido ser un museo de vocación marítima en una ciudad de interior, separada 350 kilómetros de la costa más cercana. Una contradicción solo aparente, puesto que desde Madrid se han dirigido las operaciones navales desde hace siglos y la ciudad acoge todavía hoy el Cuartel General de la Armada.

Por la heterogeneidad de sus fondos, más que un museo, el Naval es la suma de muchos: pinacoteca, museo de artes decorativas, aula científica, cartoteca… Situado en el corazón del «Paseo del Arte» madrileño, sus 25 salas exhiben modelos de embarcaciones de todas las épocas y lugares del mundo, cartas náuticas, pinturas, armas y estandartes, instrumentos de navegación y científicos, restos arqueológicos y, también, una cuidada escenografía que transporta al visitante a una fragata española del siglo XIX para sentirse por un momento el comandante de un buque. La decoración, desde las vitrinas exquisitamente talladas en madera hasta las vidrieras que cubren los dos patios interiores, llena de magia las salas, imbuidas del espíritu romántico de los museos decimonónicos.

 

 

 

 

 

 

 

 

Una idea ilustrada

El origen del museo se remonta a 1790 cuando Antonio Valdés, secretario de Estado de Marina, promovió su creación en la gaditana Población de San Carlos para ayudar a la instrucción de los futuros oficiales. El convulso cambio de siglo dejó en el aire la iniciativa, que no sería retomada hasta 50 años más tarde. El Museo Naval abrió finalmente sus puertas el 19 de noviembre de 1843 en el Palacio de los Consejos de la calle Mayor, con fondos donados en su mayoría por la Casa Real. Pasó por diferentes sedes en Madrid hasta asentarse en 1932 en su actual ubicación, en el edificio levantado entonces para albergar el Ministerio de Marina, y cuya primera planta el museo ocupa hoy en su totalidad.

La exposición se articula en dos itinerarios que discurren intercalados y se complementan para ofrecer una visión integradora de la historia naval y de la relación del hombre con el mar. Un recorrido cronológico guía al visitante por la historia de la Armada, sus protagonistas y sus hechos más destacados, y nueve espacios monográficos le acercan a la construcción naval, las condiciones de vida a bordo y le muestran el papel relevante de la Marina en los descubrimientos geográficos y el progreso científico.

La colección más representativa del Museo Naval son sus populares «maquetas», capaces de despertar la admiración de los niños y de revivir las ilusiones infantiles de los mayores. En realidad, no son maquetas, sino modelos de arsenal, y su función y utilidad va más allá de una minuciosa reproducción a escala de los detalles de los grandes buques que han servido en la Armada desde el siglo XVI. Previos a la construcción, se presentaban junto a los planos para valorar la idoneidad del diseño de los buques, su viabilidad y, finalmente, decidir su ejecución o introducir las modificaciones estructurales necesarias.

En el siglo XIX, con el perfeccionamiento de los planos y la llegada del vapor, el modelo de arsenal perdió su propósito inicial, pero su elaboración quedó como una tradición que todavía se mantiene hoy. Desde 1853 una real orden obliga a remitir al museo un modelo de cada buque que se construye para la Armada. Es difícil destacar uno solo entre los más de 600 modelos del museo. Por la riqueza de su decoración y la calidad de los detalles, uno de los mejores es el Real Borbón, un navío de tres puentes, encargo personal del rey Fernando VII, y que nunca llegó a navegar. Sobresalen también emblemáticos navíos como el Santísima Trinidad o el San Ildefonso, las primeras lanchas blindadas o el Numancia, el primer acorazado de vapor de la Armada. Se exponen, además, curiosos modelos de prisioneros. 

 

 

 

 

 

De hueso, ébano, madera, cuerda e incluso cabello humano, los realizaron en las guerras napoleónicas oficiales y marineros franceses durante su cautiverio por los ingleses. Pero no solo puede verse marina de guerra, sino que el museo exhibe una buena colección de embarcaciones de marina mercante, de pesca y deportiva, muchas de ellas procedentes de las antiguas colonias. 

El museo cuenta con una importante muestra de exvotos y modelos decorativos de gran calidad, como un galeón flamenco de 1593, el único que se conserva en el mundo del siglo XVI. La pieza más emblemática del museo es también una de las joyas de la cartografía universal: la carta de Juan de la Cosa. Preside la sala de los Descubrimientos y se trata de la primera obra cartográfica en la que se representa el continente americano. Cartógrafo de Cristóbal Colón en su segundo viaje, De la Cosa recogió en 1500 los descubrimientos geográficos realizados desde 1492, posiblemente con la finalidad de mostrárselos a los Reyes Católicos. América aparece aún con gran imprecisión, como resultado de las incipientes exploraciones y de la creencia de que los nuevos territorios no constituían un nuevo continente, sino la extensión de Asia. 

No obstante, las costas europeas y mediterráneas ya están representadas con gran exactitud, el continente africano se orienta por primera vez en dirección norte-sur y sus costas reflejan los descubrimientos portugueses. La representación de Asia se inspira en el célebre mapa de Ptolomeo y en las crónicas de viajeros italianos como Marco Polo.

Y del 1500 a la actualidad. El Museo Naval es una institución que hunde sus raíces en la Europa ilustrada del siglo XVIII, pero que mira al futuro para convertirse en un museo de su tiempo. La organización de exposiciones temporales, la ampliación de horarios, la apuesta por incorporar las últimas tecnologías y el desarrollo de aplicaciones móviles han permitido que en 2012 el Museo Naval superara por primera vez los 125.000 visitantes para encarar así con optimismo el camino que le resta hasta cumplir su segundo centenario.

 

 

 

 

 

 

Texto: Museo Naval de la Armada Española ± Foto: RMADA MDE ES / MADRIZ /BP / MODELSHIPS.