El destino turístico que debe conocer

Día 1: Londres

“La Ciudad”, la gran ciudad del Támesis. Nuestro vuelo en Singapore Airlines parte a Sidney desde el inmenso aeropuerto internacional de Heathrow a las 22:05 horas de la noche. Esto requiere aprovechar el día al máximo, así que desafiemos al tiempo. Sin olvidar las horas necesarias para realizar el ckeck-in sin contratiempos, nos vamos al Buckingham Palace, la residencia de Isabel II. 

Siempre catalogada como ciudad gris, hoy brilla el sol en esta metrópolis enérgica, viva, financiera y comercialmente poderosa. Tras un trayecto de una hora llegamos a Victoria Coach Station. A una cuadra, se erige ante nuestra vista el imponente edificio monárquico de estilo neoclásico, cuya fachada supera los 100 metros de longitud y los 20 metros de altura. Todo el perímetro está rodeado por una elevada valla de puntas doradas. Majestuoso conjunto arquitectónico. El brillo del metal preciado es algo más que un simple adorno.

Comprobamos que Buckingham Palace está abierto al público sólo en fechas estivales. Nos conformamos con la vista exterior y esa otra estampa costumbrista de Londres, el icono de la guardia real. Tras tomar unas fotos para el recuerdo, buscamos el primer “fish & chips” a nuestro paso cuando regresamos a Victoria Coach Station. Comida rápida para una excursión ciertamente improvisada. Probamos el plato más popular del Reino Unido: pescado rebosado y pasado por la sartén con algunas patatas fritas.

Heathrow es como otra gran ciudad independiente dentro de Londres: 180 vuelos a más de 90 países. En el portal oficial podemos consultar una guía muy útil en idioma español. Filas, controles de seguridad y tiempo de espera. Con la escala en Singapur; en total es un viaje de 50 horas.

 

 

 

 

Día 2: Sidney

Tras el aterrizaje, nos dirigimos a la bahía de Jackson. La repetida imagen del Sidney Opera House y el puente de la bahía, Sydney Harbour Bridge, se han convertido en un icono internacional. Probablemente sea uno de los lugares más fotografiados del mundo. El palacio de la ópera, con esas bóvedas superpuestas que terminan en ángulos sumamente afilados, como una cresta, es una sorprendente obra del arquitecto danés Jøn Urtzon. La Casa de la Ópera de Sidney fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2007. Maravillosa ingeniera.

Un jubilado australiano nos aconseja la visita a los Royal Botanic Gardens. Es un gran parque público a unos pasos de la Ópera con un excelente restaurante, el Botanic Gardens Restaurant, así que aprovechamos para almorzar. Berenjena rellena y buen vino, gastronomía realmente británica. En la sobremesa, revisamos las 120 fotos que hemos tomado sin darnos cuenta.

Día de tránsito. Volvemos a la zona del aeropuerto  y elegimos el Hotel Mercure Sidney Airport para descansar. Es moderno, funcional y se ubica junto a un parque. Tras acomodarnos y tomar una ducha, bajamos a la cafetería para una cena frugal. Sandwich y cerveza australiana con 5 grados de alcohol, sabor marcado. Nos atiende un joven camarero de rasgos asiáticos que, amablemente, pregunta de dónde venimos. Nosotros le respondemos con preguntas: ¿Adónde ir, qué visitar? El camarero habla del Barrio Chino (Chinatown) y de su gran mercado, el Paddy’s Market, un agitado centro los fines de semana. Pero para ese día, ya no estaremos aquí. Mañana llegaremos a nuestro destino. Imagino las costas de Queensland como un verdadero paraíso.

 

 

 

 

Día 3: Queensland

Volamos directamente hasta Gold Coast - Coolangatta. Uno cree que Australia es un punto geográfico pequeño en el mapamundi, pero las distancias son de proporciones considerables. Tenemos tres días para disfrutar de la Gold Coast (Costa Dorada), uno de los principales puntos turísticos de Australia.

Para el hospedaje hemos elegido el Mermaid Beachside, un Bed & Breakast en pleno corazón de Gold Coast. Dormiremos en una habitación donde se escucha el rumor de las olas y se respira el mar. Las palmeras, la arquitectura, las lagunas y canales interiores, me recuerdan a California y Miami.

Tras dos días sin pausa entre aviones, he perdido ya la noción del tiempo. Nos atiende un señorita rubia de ojos azules en la recepción del Mermaid Beachside B&B. Un sólido desayuno fue toda nuestra comida. La cena se convertirá en avío estelar de la jornada.

 Apenas cruzar la avenida, ya pisamos la fina arena. La playa es muy extensa, son kilómetros de costa donde se pierde la vista. “Señor, los únicos videos que he visto con ataques de tiburones a surfistas son en Australia”, le dije al encargado antes de tomar la tabla. “No tema, usted tiene cara de principiante, así que no creo que se aleje mucho de la orilla”, me dijo sin quitarse las gafas de sol este fornido deportista con el pelo rapado. ¡Al agua, pato!

Tras más de cuatro horas de baño y sol, el agua abrió nuestro apetito. Elegimos el restaurante indio Delhi Darbar. Especias, olores reconcentrados y sabores acentuados: arroz, espinacas con queso y pan hecho artesanalmente. Delicias exóticas. Hasta mañana.

 

 

Día 4: Tras la yubarta

Nos hemos levantado tarde. El Mar de Coral es impresionante, una vista majestuosa desde mi ventana. Para las dos últimas jornadas, este viajero se transforma en turista. Demasiada improvisación puede matarnos. “Prefiero la injusticia al desorden”, escribió Goethe. Estos dos días serán completamente programados con dos tours. Alojados en nuestro “chalet”, partiremos desde aquí para nuestras expediciones.

Día para ver ballenas. Tras el desayuno un taxi nos conduce hasta Southport en 15 minutos. Desde allí sale la embarcación para avistar a los grandes mamíferos. El trayecto se realiza en un barco de mediana eslora, el Explorer. El capitán bordea la costa y nos conduce a unos siete kilómetros mar adentro. Nos explica que esta zona es lugar de paso de las “humpback whales”, las conocidas coloquialmente como yubartas o ballenas jorobadas.

Y en medio de los comentarios, se hizo el milagro. A lo lejos se divisa la respiración de una ballena, el característico chisporroteo por el orificio superior, ese chorro a modo de aspersor. Una yubarta se  encuentra a un kilómetro de distancia, aproximadamente. Se mueve lentamente. A la embarcación se acercan algunos delfines curiosos; no nos queda claro si los observamos nosotros a ellos, o ellos a nosotros con su mirada atenta. Tres horas de viaje en el “Explorer”, experiencia fantástica. De regreso a nuestro hotel, queda tiempo para un baño en la playa. Revisaremos las fotos que hemos recopilado durante el viaje. Nos vamos a la cama temprano, mañana hemos de estar despiertos sobre las 6:30.

 

 

 

 

Día 5: Australia aborigen

El segundo tour programado nos ocupará la última jornada. Visitamos el parque temático Jellurgal Aboriginal Cultural Centre (Centro Cultural Aborigen Jellurgal), muy cerca de Mermaid Beach.  Sentimos curiosidad por descubrir el espíritu más originario de esta tierra: las costumbres, el arte, la artesanía, la forma de vida más primitiva de Australia.

El Centro Aborigen está perfectamente integrado con la naturaleza de la zona, en el estuario de Tallebudgera. Miembros de la tribu local Ygambeh nos dan la bienvenida con la danza tradicional del fuego -o del humo, no sabría cuál es la definición más acertada-. La actitud de estos nativos semidesnudos y con pinturas sobre el cuerpo es cordial y benévola. ¿Saben qué me llamó verdaderamente la atención? El boomerang. Sí, los aborígenes australianos son los creadores del boomerang, ese artilugio con el que muchos jugamos en nuestra infancia, y que tiempo atrás fue empleado como herramienta de caza y arma de guerra.

En la cafetería sirven comida tradicional, así que la probamos. Nos recomiendan el “Bush Tucker” y su menú que alude a los frutos silvestres y verduras de la propia tierra. La chica del mostrador nos habla de la rica gastronomía australiana, como las frutas del bosque, especias, la carne magra, carne de kanguro, emú, etc. El pueblo aborigen parece profesar un profundo respeto por la madre naturaleza.

El último día en Mermaid Beach es extraño. Vuelvo al Bed & Breakfast, pero no he visto de nuevo a Christine. Tal vez sea la melancolía que empieza a nacer por la obligada despedida de Australia. ¿Cuál es la diferencia entre el turista y el viajero? El primero no sabe dónde está, mientras que el segundo no sabe a dónde va.

 

 

 

Texto: Leslie J. López ± Foto: VMCHAUF / DATW / WAL ED / WLPSR / firmm / WDP