Con una elegancia helada que desafía las convenciones del reloj deportivo, Chopard presenta el Alpine Eagle 41 XP CS Platinum, la más reciente joya de su colección inspirada en los Alpes.
Por primera vez, la caja extraplana (8 mm de grosor y 41 mm de diámetro) de esta emblemática línea se viste de platino 950, el metal más noble y puro utilizado en relojería, para enmarcar una esfera de belleza glacial: un degradé azul “Matices de Hielo”, en una recordación a los glaciares amenazados por el calentamiento global.
El platino –30 veces más escaso que el oro– exige maestría, paciencia y herramientas especializadas para trabajarse. Su densidad, ductilidad e hipoalergenicidad lo convierten en un material técnico y emocionalmente valioso. Chopard ha decidido honrar esta rareza con un símbolo: una abeja grabada a mano en el flanco de la caja, nuevo emblema de la maison que encarna la laboriosidad, la modestia y la colaboración, virtudes que han guiado a la manufactura desde su fundación por Louis-Ulysse Chopard.
Este Alpine Eagle no solo brilla por fuera. En su interior late el calibre L.U.C 96.42-L, un movimiento extraplano de tan solo 3.3 mm, con microrrotor de platino y doble barrilete (tecnología Chopard Twin) que ofrece 65 horas de reserva de marcha. Portador del prestigioso Punzón de Ginebra y certificado COSC, este mecanismo combina excelencia estética y rendimiento técnico en una caja resistente al agua hasta 100 metros.
La esfera, inspirada en el iris del águila, despliega un juego de luces que va del azul claro al profundo, como los lagos alpinos que reflejan el cielo en constante cambio. Realzada por agujas de oro ético blanco, la carátula late al ritmo de una naturaleza indómita, como si capturara el instante efímero del sol sobre el hielo.
El brazalete, también rediseñado, mejora la ergonomía: sus primeros cinco eslabones caen con una curva más marcada, mientras los más cercanos al cierre son más finos. El resultado es una silueta refinada que combina funcionalidad con estilo.
Este lanzamiento marca un nuevo hito en la historia de la colección, nacida en 1980 como St. Moritz y reinterpretada en 2019 por tres generaciones de la familia Scheufele. Como bien lo resume Karl-Friedrich Scheufele, copresidente de Chopard: “Este nuevo modelo es más que un reloj, es un vibrante homenaje a la majestuosidad de la naturaleza alpina”.