En el universo de la alta joyería, pocas piezas despiertan tanta fascinación como los diamantes de colores.

Aunque tradicionalmente se asocie el diamante con el blanco incoloro, los ejemplares más raros –y más cotizados– son los que exhiben tonos de rosa, azul, amarillo, verde, naranja y, en casos extraordinarios, rojo. Estas gemas, conocidas como diamantes de “color fantasía”, representan apenas uno de cada 10,  000 diamantes con calidad gema extraídos en el mundo, y hoy marcan tendencia en las grandes subastas internacionales.

Para Caroline Morrissey, vicepresidenta sénior y directora internacional de joyería de Bonhams, explica: “La categoría de diamantes de colores es fascinante y compleja. Su rareza los convierte en piezas de deseo absoluto para los grandes coleccionistas”.

 

La ciencia detrás del color

Un diamante es, como dijo Henry Kissinger, “un trozo de carbón que se comportó bien bajo presión”. Pero en el caso de los diamantes de color, hay un giro adicional: su tonalidad proviene de alteraciones en la estructura atómica durante su formación, producidas por elementos externos o condiciones geológicas únicas. Así surgen gemas que desafían la percepción tradicional del diamante.

▪ Rojos y rosas: el color más raro, con ejemplares que suelen pesar menos de un quilate y alcanzan el mayor valor por quilate en el mercado. Se originan por una “deformación plástica” que altera la estructura del cristal, generando tonalidades entre el rosa y el rojo intenso.

▪ Azules: deben su tonalidad a la presencia de boro en su estructura. Los más preciados exhiben un azul saturado, como el extraordinario Fancy Light Blue de 14.52 quilates que Bonhams presentó en Nueva York.

▪ Verdes: su color se debe a la exposición a radiación natural, a menudo vinculada a la proximidad de minerales ricos en uranio durante la formación de la gema.

▪ Amarillos y marrones: el nitrógeno es el responsable de esta gama, que varía del amarillo limón al intenso tono canario o ámbar.

▪ Naranjas: entre los más raros y deseados, su color puro sigue siendo un misterio parcialmente desvelado por la ciencia.

 

Amura,AmuraWorld,AmuraYachts, Anillo con diamante de color verde intenso. Anillo con diamante de color verde intenso.

 

Cómo se valoran estas gemas

El sistema de clasificación de color puede resultar complejo. Va desde tonos débiles hasta el codiciado Fancy Deep, el grado más intenso y valioso. La intensidad del color es directamente proporcional a la rareza y el precio. Es imprescindible que cada piedra venga certificada por el Instituto Gemológico de Estados Unidos (GIA), que determina su clasificación precisa.

A esto se suma la talla –siendo la redonda la más buscada por su brillo– y el grado de claridad, que varía desde “con inclusiones” hasta el inalcanzable “sin imperfecciones” (FL).

 

 

Del joyero real al coleccionista moderno

El magnetismo de estas gemas ha cautivado a la realeza y a celebridades. La reina Isabel II recibió el célebre Williamson Pink de 23.6 quilates como regalo de bodas, mientras que la reina Máxima de los Países Bajos porta en la tiara Estuardo un diamante azul pálido de 39 quilates del siglo XVII. Figuras como Victoria Beckham, Penélope Cruz y Adele han popularizado los anillos de compromiso con diamantes de color entre las nuevas generaciones.

Las grandes casas joyeras también han sido clave: Tiffany & Co., Graff Diamonds y Moussaieff elevaron estas piedras a iconos de lujo, mientras que la mina Argyle de Australia revolucionó el mercado en los años 80 al posicionar diamantes marrones como “Champagne” o “Cognac”.

 

Amura,AmuraWorld,AmuraYachts, Diamante marrón oscuro. Diamante marrón oscuro.

 

Un mercado en auge

La demanda de diamantes de colores ha crecido exponencialmente en los últimos 50 años. Subastas como las de Bonhams lo confirman: en 2013, un Fancy Deep Blue de 5.3 quilates montado en un anillo Bulgari alcanzó 6.2 millones de libras, récord que marcó 1.8 millones de dólares por quilate; en 2018, un Fancy Pink de 5.03 quilates superó los 2.2 millones de libras.

Hoy, el coleccionismo se ha globalizado, con compradores de Asia, Medio Oriente y América pujando por piezas únicas. “Si fueran tan comunes como los diamantes blancos, estas piedras no tendrían el mismo prestigio”, señala Morrissey.