En el universo de la alta relojería, pocas manufacturas pueden presumir de haber convertido la delgadez extrema en una declaración de estilo y de maestría técnica.
Desde 1957, con el célebre calibre 9P, Piaget se ha situado a la vanguardia de los movimientos ultraplanos, y con la colección Altiplano ha elevado esa especialidad a un verdadero lenguaje estético. Ahora, la Maison suiza escribe un nuevo capítulo con dos piezas que combinan sofisticación contemporánea y herencia artesanal: el Altiplano Ultimate Concept Tourbillon y el Altiplano 910P, ambos presentados en una inédita paleta de oro amarillo y verde caqui.
El primero, el AUC Tourbillon, se inscribe en la tradición más audaz de Piaget: relojes que parecen desafiar las leyes de la mecánica. Con apenas 2.0 mm de grosor, este modelo integra caja y movimiento en un solo cuerpo, eliminando cualquier separación convencional entre estructura y mecanismo. El resultado es una arquitectura relojera radical, donde el fondo de caja funciona como platina principal y cada componente está diseñado al límite de lo posible.
El nuevo AUC Tourbillon no solo conserva esta proeza técnica, sino que añade por primera vez un cristal de zafiro en el reverso para exhibir el calibre 970P-UC, decorado con acabados satinados y pulidos que aportan un carácter más refinado. En su diseño aparecen guiños históricos, como el motivo en cruz característico de la línea Altiplano, reinterpretado en la disposición de ruedas y tornillos. El conjunto se completa con una correa de becerro verde caqui con patrón “Polish Mesh”, evocación del savoir-faire joyero de Piaget.
La caja, elaborada en aleación de cobalto de alta resistencia, luce grabados con dos referencias esenciales a la identidad de la Maison: el lema “Always do better than necessary” y el nombre del pueblo suizo donde todo comenzó, La Côte-aux-Fées. Como elemento distintivo, este tourbillon se incorpora al programa Infinitely Personal, que permite a los clientes personalizar materiales, acabados y grabados, convirtiendo cada reloj en una obra única.
Junto a él, Piaget revela el Altiplano 910P, un modelo automático de 4.3 mm de grosor, que por primera vez se viste de oro amarillo con esfera verde caqui y correa de aligátor a juego. Aquí, la ligereza se traduce en un contraste cálido entre el metal precioso y los puentes del calibre 910P, terminados en verde, con un rotor periférico en tonos gris pizarra.
Más que un simple ejercicio de miniaturización, este diseño convierte al mecanismo en un espectáculo visual que dialoga con el oro y prolonga la estética de su “hermano mayor”, el AUC Tourbillon. Ambas piezas consolidan la idea de que en Piaget la técnica nunca es un fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar la pureza formal.
La relojería ultraplana deja de ser un desafío ingenieril aislado para convertirse en lenguaje artístico, donde cada décima de milímetro cuenta y cada decisión de diseño tiene un propósito estético.
A más de seis décadas de su primera hazaña, Piaget reafirma con el Altiplano que la verdadera innovación consiste en borrar las fronteras entre mecánica y joyería, entre herencia e innovación. En un sector donde la delgadez extrema suele verse como una rareza, la Maison la ha transformado en su firma más reconocible. Y con estas nuevas ediciones, esa delgada línea entre arte y precisión se vuelve, paradójicamente, más visible que nunca.