Para celebrar su vigésimo aniversario, MB&F rindió tributo a una de sus creaciones más emblemáticas: el Legacy Machine 101 EVO, evolución de un modelo que desde su debut en 2014 ha redefinido el equilibrio entre clasicismo y vanguardia.
Con un diámetro de 40 mm y grosor de 14.6 mm, el LM101 fue desde su origen una “anomalía” dentro del catálogo de la firma: compacto, refinado y, sin embargo, tridimensionalmente audaz.
Su volante suspendido de 14 mm, flotando como un corazón mecánico sobre la esfera, convirtió al reloj en un ícono inmediato. Más que un detalle técnico, este volante “a la vista” simboliza la transparencia del tiempo y la precisión como acto de belleza.
El nombre “101” alude a los fundamentos de la relojería mecánica: el volante, regulador de la precisión; la reserva de marcha, indicadora de energía; y la hora, el alma del oficio. Detrás de esta aparente sencillez se encuentra un hecho histórico para MB&F: el primer calibre desarrollado íntegramente por su equipo interno, con la supervisión estética y técnica del maestro Kari Voutilainen, quien aportó el rigor artesanal del siglo XIX y la obsesión contemporánea por la perfección.
Durante una década, el LM101 se reinventó en múltiples materiales –oro blanco, rosa, amarillo, platino, paladio o acero– y en esferas que jugaron con los reflejos y la textura. Cada versión, una reinterpretación del tiempo desde el prisma de la emoción.
Para conmemorar dos décadas de creatividad, MB&F lanza dos versiones del LM101 EVO, ambas en titanio y con esferas en verde pavo real o salmón, colores logrados mediante deposición química en fase de vapor (CVD). El resultado: superficies de profundidad hipnótica, capaces de refractar la luz en destellos azulados o cobrizos según el ángulo de visión.
Las novedades estéticas y técnicas son tan sutiles como significativas. Los subesferas negras, suspendidas con elegancia, ahora están enmarcadas por aros concéntricos que realzan su relieve. Las agujas de oro blanco, diseñadas especialmente para este modelo, ofrecen legibilidad y refinamiento. Y la reserva de marcha mejora su rendimiento: de 45 a 60 horas, reflejo de una evolución pensada para acompañar un estilo de vida activo sin renunciar al lujo.
El puente doble arqueado –símbolo visual de la serie– regresa con un diseño más fluido, fresado en un solo bloque de metal y pulido a mano hasta alcanzar un brillo espejo. Su presencia, más dinámica que nunca, refuerza el vínculo entre tradición y modernidad. Incluso la rueda de escape, rediseñada con el motivo del hacha de guerra, rinde homenaje a la iconografía de MB&F.
En su interior late el nuevo calibre LM101 EVO, de cuerda manual, con doble espiral Straumann y un barrilete de sistema deslizante. A ello se suma el sistema de amortiguación de golpes FlexRing, tecnología patentada que otorga una resistencia superior y redefine la noción de robustez en la relojería artística.
A través del fondo de zafiro, el movimiento oscurecido revela su decoración tradicional: ondas de Ginebra, biseles pulidos a mano, chatones de oro, tornillos azulados y puentes suavemente curvados, todos elementos que remiten a los grandes cronómetros de bolsillo del siglo XIX.
El conjunto se completa con una correa de caucho, disponible en blanco o gris, que aporta equilibrio entre deportividad y sofisticación. Y aunque MB&F no limita oficialmente su producción, la naturaleza artesanal de su taller restringe las entregas a unas pocas decenas de piezas al año.