Un mosaico de biodiversidad

Navegar en las aguas de la Península de Baja California puede depararnos experiencias que tal vez ocurran una vez en la vida, como toparse con una manada de 300 cachalotes; es decir, 300 veces la imagen que perseguía Ahab, aquel capitán obsesionado con la mítica ballena blanca Moby Dick, en la novela publicada por Herman Melville en 1851.

Pero esto no es una leyenda ni ocurrió en el siglo XIX en aguas de países exóticos y lejanos. Sucedió en 2009, cuando una expedición que realizaban estudiantes y uno de los mejores especialistas en mamíferos marinos de México, Jorge Urbán, avistó a más de tres centenares de cachalotes que se alimentaban cerca de la Bahía de La Paz, en Baja California Sur. Una imagen imborrable.

En las aguas que bañan a la península se halla por un lado el Pacífico y por otro el Mar de Cortés, el único mar en el mundo exclusivo de un país y donde se encuentra el 80% de las especies de mamíferos marinos de México. Un deleite para los navegantes y aventureros.

 

 

A estas aguas llega el 25% de las especies de ballenas que hay en el mundo para procrear y alimentarse. Los visitantes pueden toparse entonces con la ballena azul, el animal más grande que ha existido y existe en el planeta; con el cachalote, la ballena jorobada, la ballena de aleta o rorcual y la ballena gris.

La rica biodiversidad de estos mares  atrae a estos mamíferos marinos que requieren de abundante alimento. Una ballena azul, por ejemplo, come el equivalente al 3% de su peso. Si este cetáceo pesa 40 toneladas entonces requiere comer al día 1,200 kilos de un diminuto crustáceo llamado krill, que se halla en grandes cantidades en los mares que bañan la península. Un dato: a Baja California Sur llegan cada año unas 600 ballenas azules que comen al día 720,000 kilos de alimento.  Pero estas “turistas” no son de un fin de semana sino que se quedan cuatro meses, de enero a abril, por lo que en toda esa temporada comen, entre todas, más de 86 millones de kilos. 

 

 

 

 

 

Mil islas

Para el navegante en busca de aventura y misterio el Mar de Cortés es una buena opción, pues en esta zona hay casi mil islas e islotes. Cada ínsula tiene formas caprichosas debido al desprendimiento del macizo continental y al surgimiento de volcanes submarinos hace 4 millones de años. Algunas son inhóspitas para el ser humano pero un santuario para miles de aves marinas, como la Isla San Pedro Mártir, que alberga a cientos de bobos de patas azules.  También hay especies muy particulares como la serpiente de cascabel sin cascabel  y el cacto de barril gigante, que viven exclusivamente en Isla Santa Catalina.

El Mar de Cortés inspiró al legendario investigador marino Jacques Cousteau una expresión inolvidable: es “el acuario del mundo”. El célebre oceanógrafo no exageró pues este escenario mexicano es hogar de 34 especies de mamíferos marinos, 891 tipos de peces, cinco especies de tortugas, más de 4,800 invertebrados y 181 variedades de aves. Además, hay especies, como la vaquita, únicas en el planeta.

 

 

 

El cielo en el mar

Una de las mejores vivencias en estos mares mexicanos puede ocurrir durante la noche.  La oscuridad permite que sea posible observar un fenómeno llamado bioluminiscencia, producido por algas microscópicas que iluminan el contorno de animales como los delfines. Navegantes han contado cómo sus embarcaciones son escoltadas por delfines “luminosos”, un espectáculo alucinante que completan medusas que aparecen y desaparecen con el efecto de la luz.

Del otro lado del Mar de Cortés, en el Pacífico mexicano, se halla la Isla Guadalupe, surgida hace ocho millones de años de una erupción volcánica y que es refugio de varias especies, entre ellas el tiburón blanco. 

Esta isla es considerada uno de los mejores lugares del mundo para observar al tiburón blanco desde jaulas sumergibles y con equipo de buceo.  El descubrimiento de Guadalupe como el paraíso para conocer a esta especie es relativamente nuevo, ya que comenzó a principios de la década del 2000. 

 

Un arduo trabajo

Conservar este mosaico natural marino es todo un reto al que por fortuna cada día se suma más gente entre científicos, organizaciones y pobladores. WWF, la organización mundial de conservación, y sus socios han dedicado todo su esfuerzo a apoyar la conservación de especies marinas y sus hábitats amenazados por algunas actividades humanas. En alianza con otras organizaciones trabaja de cerca con los mejores especialistas del país, incansables investigadores para quienes la preservación de este rincón del mundo es vital para la vida silvestre, los seres humanos y el planeta.

Quienes han nadado junto al tiburón ballena, el pez más grande del planeta, observado gigantescos cardúmenes o  al tiburón blanco aseguran que su vida cambió, que nunca serán  los mismos. Son unos convencidos de que este sorprendente mundo marino y sus habitantes deben ser preservados.

 

 

Texto: World Wildlife Fund ± Foto: Mathew Hull / National Geographic / John Niddrie / WPS / ADVENTURE / IKAS / CLEMSON / Christopher Martin / BVIAJE / ANDRE BALE / MPS