Animales muy singulares

Principalmente en el océano Pacífico, el Golfo de México y el Caribe Mexicano se desarrollan y habitan los corales, una de las estructuras naturales más complejas, diversas y poco valoradas del planeta.

Solemos estar familiarizados no con los corales en sí sino con las formaciones que son producidas por éstos: los arrecifes. Pero, ¿qué son estos seres: plantas, rocas, animales? Son animales, aunque son animales muy singulares.

La afirmación anterior ha sido motivo de estudio durante muchos siglos. Ya Aristóteles —como uno de los pioneros en la reflexión acerca de la naturaleza de las cosas— escribió tres tratados referentes a temas zoológicos en los que describe a los seres vivos tomando elementos de anatomía comparada. Y aunque no lo hizo explícitamente, clasificó a los fragmentos de coral —que por el movimiento del oleaje eran depositados en la playa— dentro del grupo “animales”.

 

 

 

Los corales, entonces, son animales, aunque de un tipo muy particular, y viven en los mares tropicales. Su crecimiento es de 30 milímetros por año y se produce al segregar lentamente carbonato de calcio que se solidifica, y sobre él puede después desarrollarse otra parte de su constitución de consistencia gelatinosa.

Carecen de cabeza y sistema nervioso central y, de manera particular, poseen tentáculos que rodean la boca. Dentro de su ciclo de vida presentan la forma de pólipo o medusa. Los pólipos son sedentarios y se parecen a cilindros alargados, que descansan sobre el sustrato con la boca y los tentáculos vueltos hacia arriba. En cambio, las medusas son de vida libre y tienen apariencia de sombrilla, en el borde de la cual tienen los tentáculos.

 

 

 

Los corales pueden estar formados por un solo individuo o por cientos o miles de pólipos (en cuyo caso se denominan “colonias”). Cada uno de los pólipos que forman la colonia es una copia genéticamente idéntica de otro; es decir, son clones. Ya sean solitarios o coloniales, los pólipos están contenidos en una especie de copa llamada “coralite”.

Los corales son una amalgama de muchos organismos a la vez, ya que son capaces de capturar a pequeños organismos con ayuda de sus tentáculos y engullirlos, por lo que son carnívoros. Además, pueden alimentarse de partículas en suspensión y de bacterias, y asimilar compuestos orgánicos diluidos en el agua circundante.

 

 

La reproducción en estos organismos es muy variada. Se pueden reproducir de manera continua o sólo durante una temporada. En algunos la fertilización es interna, mientras que en otros es externa. Los sexos en algunas especies están separados, por lo que son gonocóricos o bien son macho y hembra a la vez (es decir, hermafroditas). Adicionalmente, la reproducción también puede ser de tipo asexual; en tal caso, el crecimiento de una colonia se da por simple división de los pólipos. La fragmentación funciona como medio para aumentar el número de colonias en un área, ya que cada fragmento tiene el potencial de dar origen a una nueva colonia, que de alguna manera es muchas veces la misma colonia, ya que serían genéticamente iguales.  

 

 

Un Milagro de Paciencia

Un arrecife crece 30 milímetros al año, lo cual es verdad pero no es poco, como en primera instancia tenderíamos a pensar. Esa forma de crecer, aunque modesta, bastó para que se construyeran impresionantes estructuras en ambas costas de México. Sin embargo, su actual crecimiento tal vez no sea suficiente para compensar la pérdida producida por las actividades humanas en los arrecifes, así como por accidentes de barcos, que naufragan o chocan contra esos bancos. Así, los humanos estamos destruyendo en segundos lo que a la naturaleza le tomó siglos esculpir.

 

Texto: Montserrat Martínez ± Foto: Santiago Gutiérrez; Ablestock