Un símbolo de conservación exitosa

La llanura de Puszta es el lugar ideal para encontrar la auténtica cultura tradicional húngara. Ubicada al este de Hungría –el país más influenciado por el ritmo cambiante de sus ríos–, es hogar de algunos ejemplares del águila de cola blanca.

También conocida como águila de mar, Erne, y águila marina de cola blanca, es el ave rapaz de mayor tamaño en Europa al alcanzar los 90 centímetros de largo, casi 2 metros y medio de envergadura y un peso cercano a los 7 kilos. Es considerada, en promedio, como la cuarta águila más grande y pesada del mundo.

Su cola es relativamente corta, en forma de cuña y de un color blancuzco. Son casi enteramente color marrón con un gris-amarillo en su cabeza, cuello, pecho y la cubierta inferior de sus alas anchas y largas.

Su dieta suele ser muy oportunista, variada y de temporada. Se conoce que, aunque los peces constituyen la mayor parte de su alimento, las águilas de cola blanca consumen otras aves entre las que se incluyen los somormujos, patos, fúlicas, gansos, cisnes y polluelos de todo tipo; de igual forma, mamíferos que van desde ratones de campo, ratas almizcleras y liebres, hasta ovejas, crías de ciervos, zorros árticos y, en ocasiones, corzos. La mayor parte de su vida la pasan junto al agua, ya sea en las costas, ríos o lagos, pescando por sí mismas o robando presas de otras aves marinas. Los pigargos europeos, como también se les llama, prefieren tener cerca grandes acantilados o bosques maduros para anidar.

 

 

 

Se emparejan de por vida y son fieles a sus territorios, por lo que una vez que se reproducen, los nidos –que suelen ser enormes, construidos con palos y ramas, revestidos de algas, lana o musgo–, a menudo son reutilizados durante décadas por nuevas generaciones de pájaros. Los pares acoplados producen de uno a tres huevos por año, con dos y cinco días de separación. Se incuban durante 38 días por ambos padres. Una vez incubados, los polluelos dependen completamente de la alimentación de la hembra; los jóvenes son capaces de alimentarse por sí mismos mientras permanecen en las cercanías del nido.

Desde la década de 1950, debido a la persecución humana, las alteraciones de su hábitat y la destrucción de humedales, seguido de envenenamientos involuntarios por el insecticida DDT –aplicado en el control de plagas para todo tipo de cultivos desde los años 40–, la especie fue casi exterminada en Europa Central y Occidental.

A partir de los años 70, las poblaciones del pigargo europeo fueron en aumento. En 2005 se catalogaron como “Casi Amenazada” y tiempo después, consideradas de “Menor Preocupación” por la organización BirdLife International. Si bien continúan siendo una preocupación potencial, gracias a las protecciones gubernamentales establecidas y a la dedicación de naturalistas y conservacionistas encargados de proteger su hábitat y sitios de anidación, su número aumentó considerablemente, convirtiéndose en un símbolo de conservación exitosa.  

 

 

 

Texto: Alejandra Cañedo ± Foto: PX HERE / SCY / PARABOLA / ARTHUR RIDECS / NASTEHO GUIREH / MATTHIJS / UDO VAN DON-GEN