El café solo es superado por el agua en el consumo humano, diariamente se sirven y disfrutan nada menos que 2 mil millones de tazas.

La historia más conocida refiere las primeras plantas en las zonas montañosas de la actual Etiopia donde un agricultor comprobó el exquisito sabor, y notó su efecto vivificante en el siglo IX. Desde allí comenzó su viaje de conquista, primero a Sri Lanka (Ceilán en aquella época) y al sur de la Península Arábica, para desde allí seguir hacia la India.

El siguiente destino cardinal sería su llegada a Europa en el s. XVIII y, posteriormente, los españoles llegaron a América con algunas semillas… Nada pudo impedir que continuara conquistando países y regiones, a lo largo y ancho del planeta hasta nuestros días en que existen alrededor de 25 millones de productores.

La ciencia ha demostrado que, bebido con moderación,  el café tiene múltiples beneficios: es fuente de antioxidantes, aporta nutrientes, estimula el sistema inmunológico y la memoria, protege al corazón y al hígado, entre otras.  La única contraindicación es beberlo en exceso, pero eso aplica para casi todo en esta vida.

Por si fuera poco, el aroma del café nos llevará en un instante al hogar, en la hora del despertar de los mejores momentos y el ambiente en familia. El café tras ser colado puede ser usado como abono e insecticida natural. Está muy extendido el uso de los sedimentos del café en la taza para adivinar el devenir de los acontecimientos.

El café es una planta que nos recuerda el lazo permanente con los frutos de la tierra.