Al norte, donde los días nunca borran la luz en el verano y las noches son eternas en invierno, encontré la aventura en su estado natural, la última frontera de la Fiebre del Oro. Aquí los fantasmas de los grandes pioneros se deslizan en las calles de Whitehorse y el barco SS Klondike reina a la orilla del río Yukón, con su elegante silueta de madera y su gran rueda trasera, como testigo del pasado.

La luna aparecía sobre la montaña a la media noche, mientras el sol acudía a su cita y enrojecía el horizonte. Y en medio de los dos, el Takhini River Lodge brillaba con su gran encanto en medio de una pequeña pradera rodeada de montañas, cerca del río Takhini, a 45minutos de Whitehorse. 

Inmerso en la piscina, gozando del suntuoso calor de la costa Oaxaqueña, uno se hunde en un sentido de placer supremo, disfrutando de la maravillosa vista sobre la playa de Mazunte y San Agustinillo. La vista se pierde entre los pliegues de las montañas, las islas y Punta Cometa, el extremo más al sur de América del Norte.

Este pequeño pueblo, ubicado dentro de Moravia, en la República Checa, es uno de los llamados spa towns, es decir, un poblado situado alrededor de manantiales minerales. En estas fechas, aquí se lleva a cabo el Janácek Festival, en el cual se realizan conciertos en honor a Leos Janácek, el compositor más famoso de Moravia.

De islas en islas, Indonesia es un verdadero sobresalto de diferentes culturas y paisajes, un viaje que seduce por su variedad y originalidad. Aunque habíamos realizado diversos viajes a ese inmenso país, un archipiélago compuesto de 17 400 islas, decidimos navegar por algunos puntos de gran interés como Irian Jaya, Flores, Komodo, Lombok, Bali y Sulawesi, Borneo y Yakarta.

 

Escondidas en el Atlántico Norte, a sólo un breve viaje desde el Reino Unido, las islas Faroe son un verdadero paraíso para los amantes de aquellos pequeños pueblos tranquilos y de los paisajes naturales. La ciudad de Tórshavn es la más grande dentro de este grupo de islas, que junto con la localidad de Vestmanna, ofrecen una abundancia de paisajes y montañas cubiertas por pastizales.

Ubicado entre la Torre Eiffel y los Champs-    Élysées, se encuentra el Hôtel Plaza Athénée, un lugar que tiene no sólo el aspecto de un auténtico recinto parisino, sino que también emana esa esencia de glamour  que sólo un país del viejo continente puede dar.